43| Manhattan.

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43| Manhattan

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43| Manhattan. 


No son ni siquiera las nueve de la mañana cuando la casa Berlusconi ya está hecha un revuelo y un campo de guerra, donde una infinidad de valijas vuelan por las escaleras y caen justo en la sala acompañadas de gritos y quejas.

Afortunadamente, una agotada Liz de cinco meses de gestación pone orden entre sus hijos y a eso de las once menos cuarto de la mañana, sorpresivamente para todos ya nos encontrábamos puntuales en la sala de espera del aeropuerto, acompañados por los D'Fiore que quisieron venir a despedir a Damian (Y a intentar rogarme otra vez a mí para convencerlo de que regrese) y también del señor Shamash y su hijo, que se ofrecieron a prestarnos su coche para que todos cupiéramos y pudiéramos llegar.

Y esta es la primera —y probablemente la última— vez que tengo la posibilidad de entablar una conversación verdadera con el señor Bethuel Shamash, durante todos estos meses lo he visto varias veces en el porche de su casa y nos hemos saludados con los habituales buenos días y mantenía esas típicas charlas habituales entre vecinos. Pero nunca conversé con él más allá de eso, a simple vista parece un hombre retraído y algo serio, pero bastó con un solo viaje de ida al aeropuerto para darme cuenta que en realidad solamente es tímido, y no habla demasiado inglés.

—Supongo que será una despedida breve porque nos veremos de nuevo dentro de unas semanas—oigo que comenta Adriano mientras abrazo a Ben y apretuja a Liz entre sus brazos—Todavía me debes una parrillada.

Los señores Berlusconi le prometen invitarnos a una enseguida vuelvan del viaje, y oímos por lo parlantes el segundo llamado al vuelo 202B. Veo como Lydia y Luigi se levantan de los asientos y a un par de metros desde un Starbucks Chiara se acerca junto a Joshué para comenzar con la despedida.

—Cuídense mucho ¿okey? —Bianca se me acerca para saludarme, a mi costado tengo a Damian con algunas valijas pequeñas en la mano. Este asiente y deja que su tía lo abrace.

—Lo haremos, ya estamos acostumbrados al frío de Manhattan.

—Y recuerda que siempre tendrás un lugar en nuestra casa por si decides volver—repite con una mirada destellante de anhelo.

—Ya veremos, quizá venga de visita dentro de algunos meses. —contesta y con cuidado pasa sus brazos por los hombros de Bianca, abrazándola de nuevo, supongo que aunque no vaya a aceptarlo del todo, es él quien no quiere separarse.

Oímos el tercer llamado.

—Va siendo hora de irnos. ¿nadie se olvida de nada? —pregunta Ben mirando a cada uno de los chicos, estos ladean la cabeza casi al mismo tiempo. Hay una nueva ronda de abrazos y cuando ya se están todos encaminando a la fila de embarque, recuerdo que he dejado mi valija de mano en uno de los asientos y voy hacia ella, cuando regreso y me enfilo de nuevo detrás de Chiara percibo la inquietud y los nervios de esta. Joshué está a su costado, pero del otro lado de la barandilla, supongo que se quedará hasta que ella entre.

Cuando nos convirtamos en estrellasWhere stories live. Discover now