25| Un agujero negro.

609 51 20
                                    


25| Un agujero negro

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

25| Un agujero negro. 

Me salgo de la casa para tomar aire porque necesito asimilar las cosas con tiempo y espacio.

Cierro la puerta tras mis espaldas y comienzo a caminar, la cabeza me estalla en inquietudes y tengo en mis manos una dirección que puede tener todas las respuestas, pero la disyuntiva de la ecuación es replantarme si quiero saber cada una de ellas.

Mi madre era una Montesinos, pero huyó de su familia, Vivian no nombró ningún accidente automovilistico, tampoco que mi madre se hubiera ido de la ciudad acompañada de mi padre, no se nada de este, solo que era judío. Mi pecho se comprime con la sola idea de que mi madre haya decido huir sin mi.

Llego a una esquina y estoy a punto de doblar hacia la izquierda, cuando una voz a unos pocos metros me distrae y me hace dar la vuelta.

—Voy contigo —Damian acorta la distancia que nos queda.

—No es necesario. Estoy bien, solo quiero un poco de aire.

—Te acompaño. 

—No es necesario.

—Ya está casi por anochecer. No voy a molestar —insiste y termino cediendo.

Camino sin mirar atrás, aunque sé que él está ahí, caminando en silencio, dejando una distancia prudencial entre nosotros.

Ante ese silencio mis pensamientos nuevamente me consumen y vuelvo a cuestionarme otra vez todo lo que hasta el momento sé y lo que me queda por conocer, tan sumida estoy en mi misma, que ni siquiera noto cuando llegamos a una especie de barranco y debajo de él, protegido con una barandilla para evitar accidentes, hay un arroyo que nos separa de las montañas.

Con una mirada le pido a Damian detenernos un rato y me acerco a la barandilla, viene detrás y se queda a un par de centímetros de mi espalda mirándome cuidadosamente. Siento su mirada en mi cuello cuando las yemas de mis dedos tocan la baranda, y no sé si será porque cree que soy capaz de tirarme de él, o como está tan cansado como yo que se acerca rápidamente y se queda a mi costado copiando el gesto.

Deja caer su cuerpo sobre el metal y mira a lo alto como también lo estoy haciendo.

—No sé qué pensar —confieso. Es una vista preciosa desde este mirador, tanto así que preferiría quedarme horas contemplando para no tener que volver a casa.

—Te diría que te entiendo, pero en realidad no tengo forma de hacerlo. —dice compasivo —Es una mierda.

No me giro para verlo porque primero quiero deshacerme de las lágrimas que me escuecen los ojos mientras observo las copas de los árboles moverse al compás de las débiles ráfagas de viento.

—No estoy preparada para oír que mis padres se fueron sin mí a cualquier parte del mundo. Tampoco estoy preparada para escuchar que siguen vivos.

Tomo una bocanada de aire y vuelvo la vista al frente, mordiendo mi dedo pulgar mientras sigo mirando. Él no me contesta nada, supongo que no sabe que decir para consolar.

Cuando nos convirtamos en estrellasWhere stories live. Discover now