18| Saturno

478 52 0
                                    


23 agosto

Esta madrugada, desperté y Stefano estaba en mi habitación.

Quiso hacerme creer que había sido porque pensó escuchar un ruido en el ático, pero yo se que fue una mentira. Lo deduzco por su forma de mirarme, por las excusas que pone para subir al ático las veces que yo estoy ahí, por los reproches a mi madre de que no debería pasar tanto tiempo con Alex, por todo y cada una de las razones que me da para pensar que es un tipo enfermizo.

Tomé valentía y hablé con mamá, le dije que quería que le pidiera a Stefano las llaves del ático. No quiero que vuelva a adentrarse en mi habitación a las tantas de la madrugada, mucho menos despertarme y verlo a las orillas de mi cama, a menos de treinta centímetro de tocar mis sábanas. Mamá me las dio, no le quise decir el por qué, pero dos días después, las llaves desaparecieron y estoy bastante segura que deben encontrarse en los bolsillos de su marido. No quiero preocuparla porque hace dos semanas en una ecografía en la que me insistió ir con ella, la partera le informó que el embarazo a su edad podía tener complicaciones, sé que a mi madre puedo replicarle muchas cosas, pero no quiero que algo falle y pueda perderla igual de rápido que perdí a papá.

Alex me dice que si no me siento segura, debo contarle la verdad a mi madre. Es un buen chico, en este tiempo me di cuenta que a pesar de su apariencia fría, se preocupa mucho por mi. A él tampoco le agrada Stefano. Incluso me contó que una vez subiendo las escaleras para llegar a mi ático, se cruzó con él y este golpeó su hombro con el suyo, no se disculpó, no le interesa ocultar ni un poco su desagrado. Si te soy sincera, tengo un poco de miedo, quiero que cuanto antes se termina esta pesadilla a la que mi madre considera su vida perfecta.

A.

Cuando nos convirtamos en estrellasWhere stories live. Discover now