4| Perro callejero

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 Antes de empezar
Aupair: Que se emplea en una casa para prestar algunos servicios domésticos, como cuidar de los niños o darles clases de idiomas, a cambio de la alimentación y el hospedaje.

Curatela: Es un sistema de protección y guarda y es la institución jurídica creada por el amparo de la persona y los bienes del mayor de edad incapacitado o sin parentesco.


4| Perro callejero

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4| Perro callejero


A la mañana siguiente son apenas las diez cuando empiezo a oír el movimiento en la sala. Abro y me remuevo entre las sábanas para animarme a salir de mi cuarto. Busco debajo de mi cama las pantuflas blancas. Respiro hondo, me peino un poco y salgo.

Tres pares de ojos recaen en mi cuando me ven cruzar a la cocina. Rose me regala una sonrisa a manera de saludo y paso detrás de ella para abrir el refrigerador. La veo sirviendo cuatro tazas de café recién hechas, por el rabillo del ojo observo que Sonia ya ha llegado y viste su impecable saco de gamuza caoba y sus botas de cuero. También noto que el desconocido sigue aquí todavía, pero tiene mucho mejor aspecto que ayer a la noche, las cicatrices de su rostro siguen abiertas, pero menos inflamadas y su ojo, que ayer parecía salido del ring de pelea, hoy está hecho un moretón violeta.

—¿Cómo dormiste? —Me pregunta al mismo tiempo que saco el cartón de leche.

—Con un ojo abierto a la espera de que un delincuente entrara a saquear mi cuarto —farfullo recibiendo como respuesta una mirada fulminante —Muy bien ¿y tú?

—Igual de bien y no seas así. Damian es un chico bueno.

Un chico bueno no aparece de la nada con un ojo morado y todo magullado luego de alguna pelea callejera.

—No puedo quedarme — oigo que farfulla el oji-gris con Sonia. Rose y yo guiamos nuestra atención a ellos —Necesito irme pronto para que nadie robe mi lugar.

—¿Tu lugar? ¿Y dónde es eso específicamente? Te han echado del asilo, y sé que has perdido el trabajo. Sé que tu situación es difícil, el tema con tu padre...es complicado. Pero necesito que te motives, no puedo perderte el rasgo si necesito ayudarte.

—Estoy quedándome en la casa de un amigo.

—¿Qué amigo? ¿Del trabajo? ¿Puedo saber su dirección?

—No soy un perro callejero ni un niño al que deben controlar todo el tiempo. Ya he crecido, me las he arreglado solo siempre y gradezco el gesto, pero no necesito que estes al tanto de mi ahora. —revolea los ojos y se levanta con brusquedad.

—No puedo dejar que lo hagas. Lo sabes, ¿no? —La mujer de casi cuarenta y cinco años ablanda su mirada delatando su ser comprensivo. —Tu padre salió de la cárcel y no puedes estar divagando sin rumbo, puede encontrarte enseguida.

Cuando nos convirtamos en estrellasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora