Capítulo 2.

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El primer lunes de cada mes, Mar vacunaba de manera gratuita a todos los animales de las familias más desfavorecidas del pueblo. Aquella era la manera en la que ella ponía su granito de arena para ayudar a los demás. Fue una mañana bastante movida, pero pasó muy rápido.

- Bueno María. ya es hora de irnos ¿No crees? - Dijo colgando su bata en su consulta.

María, que estaba acabando de meter datos en el ordenador no oyó lo que Mar le había dicho.

- Anda recoge, que ya es hora - insistió de nuevo, pero esta vez fuera de la consulta.

- Pero aún quedan 15 minutos - contestó la recepcionista mirando el reloj.

- Lo sé - respondió Mar cogiendo su bolso - Pero hoy hemos tenido una mañana muy ajetreada, así que desconecta el ordenador y vete para casa. Yo voy saliendo, mañana nos vemos.

María que estaba encantada de trabajar con Mar, se despidió de la veterinaria con una gran sonrisa.

Mar que vivía justo detrás de la clínica, no tardó ni 5 minutos en llegar a casa. Cuando abrió la puerta, el olor a barbacoa encendida la hizo sonreír.

- ¡Qué bien huele! - dijo entrando en el jardín donde estaban su hermana y sus amigas. 

- Por fin llegaste - dijo Paula mirando a su hermana - Hemos comprado algo de carne para la barbacoa.

- Algo he notado - respondió risueña - ¿De beber habéis traído algo? 

- Si - gritó Emma desde la piscina - En la nevera hay cervezas y refrescos.

Hacía mucho calor, así que Mar aprovechó para ponerse el biquini y darse un baño antes de comer.

- Hermana ¿Sabes qué? - Dijo Paula mientras le daba un sorbo a su cerveza - Antes cuando venía para aquí me he encontrado una chica que me ha saludado muy amigablemente, y yo no la conocía de nada, así que creo que nos han confundido.

- Que raro - rio Valentina - Sois jodidamente iguales para el que no os conozca.

- Es más, si es a nosotras y a veces nos cuesta diferenciaros - añadió Emma.

- ¿Qué decís? Estáis locas - añadió Paula - No nos parecemos en nada, bueno algo sí porque somos gemelas, pero joder, para confundirnos no.

- Pues ahora mismo no caigo en quién ha podido ser, la verdad, porque aquí todo el mundo nos conoce - respondió Mar cogiendo una aceituna de la mesa - Y no seas falsa, nos parecemos mucho. Es verdad que en caracteres no, pero físicamente sí.

- Sería quizás una clienta tuya - respondió Paula encogiendo los hombros.

Estaban de charlas cuando el timbre de la casa sonó. 

- ¿Habéis invitado a alguien más? - preguntó Mar levantándose para abrir la puerta.

- No, porque los chicos están todos currando, así que si vienen será más tarde - contestó Emma mientras tomaba el sol.

Mar cogió la camiseta de tirantes que tenía sobre la mesa de la cocina y se la colocó antes de abrir la puerta. Miró por la mirilla y no vio a nadie, así que abrió.

Al abrir la puerta se llevó una sorpresa.

- ¿Loreto? Hola - dijo sorprendida.

- Hola - respondió la chica un poco avergonzada - ¿Vives aquí?

- Si claro - contestó Mar sonriente - ¿Pasa algo?

- No, perdona - dijo avergonzada - Es que vivo en la casa de  aquí al lado, y estaba haciendo de comer y me faltaba sal. He ido a comprar y está todo cerrado, así que he pensado que la vecina podría darme un poco, pero ni siquiera sabía que eras tú.

- Ay no te preocupes, pasa - dijo Mar muy amable - Vivo aquí con Romeo ¿Sólo necesitas sal?

Loreto iba detrás de la veterinaria un poco avergonzada, si hubiese sabido que la vecina era la misma chica con la que habló esta mañana no habría ido. No quería que pensara que se estaba aprovechando.

- Holaaa - se oyó en unísono desde la piscina.

- Son mis amigas, estamos pasando el rato en la piscina - aclaró la veterinaria - ¿Solo sal verdad?

- Si, si - respondió cortada al darse cuenta que no había contestado anteriormente a la pregunta, mientras levantaba la mano en forma de saludo a las chicas.

- ¿Quieres pasar? - preguntó Mar acordándose que aquella chica estaba sola en el pueblo y no conocía a nadie - Solo estamos mis mejores amigas, mi hermana y yo.

- No de verdad, que vergüenza - respondió nerviosa la profesora - No quiero molestaros, además tengo la comida puesta en el fuego, no quiero que la casa salga ardiendo.

Paula que no le quitaba ojo a aquella chica, se acercó hasta la cocina.

- ¿Tú eres la que antes me has saludado verdad? - preguntó acercándose a Loreto.

Loreto, alucinada, miró a Paula y luego a Mar, eran jodidamente iguales.

- Si, creo que me confundí - respondió sonrojándose.

Las hermanas se echaron a reír, solía pasarles muy a menudo. 

- Nos parecemos mucho, sí - respondió Mar riéndose - Entonces qué ¿te quedas?

- No gracias, otro día quizás - volvió a negarse Loreto - Os dejo disfrutar del día. Muchas gracias por la sal, y encantada chicas, para lo que necesitéis en la casita de aquí al lado vivo.

Y sin dar opción a nada, se dio media vuelta y se fue.

Las hermanas se miraron extrañadas, aquella chica parecía muy amable pero era un poco rara.

- ¿Se ha ido? - preguntó Valentina  que daba por hecho que se iba a quedar - Pero por cierto ¿Quién es?

- Si se ha ido - respondió Mar encogiendo los hombros - Se llama Loreto y la conocí esta mañana en el parque nuevo de los perros. Por lo visto es la nueva profesora de Matemáticas del Instituto y se ha venido a pasar el año aquí pero no conoce a nadie. Esta mañana vino con su perrita hasta el parque y estuvimos un rato hablando y como está aquí sola pensé que quizás le apetecía hacer amistad con alguien, pero ya he visto que no. 

- Es que tienes cara de asesina, yo tampoco habría aceptado una invitación - soltó Emma entre risas.

- No le digas eso a mi hermana - corrió Paula hacia Emma para hacerle una ahogadilla entre risas.

La tarde estuvo muy entretenida. Comieron, bebieron, disfrutaron del sol, de la piscina y jugaron a varios juegos de mesa. Más tardes se unieron Tomás y Javi, los novios de Paula y Valentina, así que tuvieron una tarde bastante entretenida. 

Cuando dieron las 10 de la noche, todos se despidieron, y tras recoger todo lo que habían dejado por allí, Mar se dio una ducha. Estaba muy cansada, y aunque no le gustaba dormirse temprano, el estar acostada en la cama sobre las sábanas limpias después de una ducha, era uno de sus momentos preferidos del día. 

Estaba echada en su casa cuando sintió la necesidad de asomarse a la ventana. Justo en frente de su venta estaba la ventana de la casa donde estaría viviendo Loreto. Se escuchaba risas y ladridos. La silueta de la profesora jugando con su perra la hizo sonreír. Aquella chica era rara, pero tenía algo especial. Le gustaría ser su amiga. 

Chica nueva en el puebloWhere stories live. Discover now