Capítulo 13.

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- ¿Qué le has dado a Rufino?- gritó Jaime sin creer lo que su hermana les contaba.

- Pero a ver Lore ¿Tú estas segura?- preguntó Rocio que sabía lo que significaba aquel pequeño pingüino para su amiga.

Loreto que estaba abriendo una cerveza en la cocina asintió con la cabeza a la pregunta de ambos.

- Puedes dejar de beber y contarnos el por qué de esa decisión - dijo Jaime que se estaba impacientando ante la decisión de su hermana.

- ¿Qué más os da? - dijo Loreto sin entender porque su hermano y su mejor amiga se habían echado las manos a la cabeza. 

- A ver Loreto del Carmen.

- No me llamo así, pesada - refunfuñó la profesora. 

- Vale - sonrió maliciosamente Rocio -Desde que te conozco, que ya son muchísimos años, nunca te has desecho de ese muñeco. Es más, no dejabas ni que lo tocáramos nadie. Entiende que cuanto poco es curioso que se lo hayas dejado o regalado a una persona que prácticamente acabas de conocer. 

Loreto soltó el botellín en lo alto de la encimera, se fue para el sofá y se sentó al lado de su hermano y su mejor amiga.

- No sé porqué lo he hecho, pero la cuestión es que ya está hecho - dijo Loreto - Mar me cae bien, me parece muy buena tía y creo que Rufino le podría venir bien.

- A ver nena - Dijo Jaime acercándose a su hermana - para ella, Rufino no es más que un muñeco pero para ti es tu compañero de vida ¿Te estás volviendo loca? No sé que cojones te ha dado con la veterinaria pero de verdad que estás haciendo unas cosas que son incomprensibles.

Rocio miró a su mejor amiga, y notó en su cara malestar, estaba incómoda con aquella conversación. Es verdad que ella tampoco entendía porque lo había hecho, pero seguro que dentro de ella tendría una razón contundente. Loreto no se caracterizaba por hacer las cosas de forma impulsiva, así que por esa parte  se quedaba tranquila.

- Bueno ya está hecho - dijo Rocio queriendo quitarle importancia al asunto- ahora a esperar que que llegue el momento de marcharte y que te la devuelva. 

- En fin - dijo Jaime molesto - Voy a ducharme.

Y sin decir nada más, subió las escaleras dejando a su hermana y a Rocio en la planta de abajo. 

- ¿Por qué se pone así? No lo entiendo - dijo Loreto enfadada con la actitud de su hermano - No es suyo joder, Rufino es mío y yo con mis cosas hago lo que me da la gana.

- Ya sabes como es - dijo Rocio mediando entre los hermanos - Ha sido una sorpresa para ambos amiga. Sabemos lo que significa Rufino para ti, la de cosas que has vivido con ese pequeño pinguino, entonces que se lo hayas dado a alguien a la que realmente aún no conoces, pues nos sorprende, es normal.

- Joder os puede sorprender, pero no enfadaros - masculló enfadada - Ro, me conoces mejor que nadie, incluso mejor que Jaime, y sabes que yo no haría nada de lo que me pudiera arrpentir y si lo he hecho es porque creo en Mar, y sé que ese pequeño gesto es lo que le falta para que confíe en mí. Cuando llegué aquí, me ayudó desinteresadamente, curó a Cristal, me tendió la mano ¿No es suficiente razón?

- Ey escúchame - dijo Rocio acercándose a su amiga y cogiéndole las manos - Es tu decisión y tendrás tus razones para haberlo hecho, no te tiene que importar absolutamente nada lo que ni Jaime, ni yo, ni nadie opinemos, es tu vida, tus cosas y es motivo más que suficiente como para que hagas lo que quieras.

Cristal que notó como Loreto no estaba pasando por su mejor momento se acercó a ella y postró su hocico sobre sus piernas. Loreto la acarició, sacándole una sonrisa. 

- Me cae bien, Ro - dijo cabizbaja - Mar tiene algo, no sé el qué pero lo tiene que me gusta, que me cae bien, me apetece conocerla, no en ningún sentido más allá de la amistad, sino como persona, se le nota que tiene buen fondo y creo que en el fondo se siente sola.

- No eres la salvadora de nadie ¿lo sabes verdad? - dijo Rocio mirando a su amiga.

Loreto no levantó la cabeza y seguía acariciando a Cristal.

- ¿Qué si lo has oído, Loreto?  No tienes que salvar a nadie, somos mayorcitos y cada uno nos salvamos solos, bastante tienes tú con todo lo que has vivido como para tener que solucionarle la vida a nadie - añadió Rocio llamando la atención de su amiga.

- Ni lo ha oído ni lo va a querer oír, ¿Sabes por qué? - dijo Jaime mientras bajaba las escaleras - porque esa tía le gusta, y se le nota.

- No me gusta, joder - dijo enfurecida volviéndose para mirar a su hermano.

- Si te gusta, si no ¿Por qué te enfadas? - volvió a insistir Jaime.

- Pero ¿Te has empeñado en joderme la noche? No entiendo que quieres conseguir con esto Jaime, de verdad que no - contestó con la voz elevada.

Rocio se estaba temiendo lo peor, iba a hablar cuando Jaime la cortó.

- ¿Empeñarme en joderte la noche? ¿Sabes qué es lo que no quiero? Que te jodas la vida, porque te vas a terminar enamorando de una tía que está como una puta cabra, que no te conoce de absolutamente nada y te ve besándote con otra y reacciona pegándole ¿De verdad que alguien así merece la pena? - dijo Jaime acercándose al sofá donde estaban ambas sentadas- ¿Sabes qué es lo que no quiero? Verte llorar como te vi una vez y no poder hacer nada, eso es lo que no quiero. Porque aunque no estés acostumbrada a que te lo diga, te quiero Loreto joder, eres mi hermana, eres mi vida, y no quiero que nadie te haga daño, y esa tía no me gusta nada.

Se hizo un silencio sepulcral en el salón. Loreto levantó la mirada hacia Jaime que tenía los ojos desencajados mirándola, Rocío por su parte, miró a ambos y agachó la cabeza, no sabía como iba a reaccionar la profesora y como iba a acabar la noche. 


Chica nueva en el puebloUnde poveștirile trăiesc. Descoperă acum