Capítulo 4.

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- Esto se me está haciendo cuesta arriba - dijo Loreto desanimada mientras hablaba con su madre por teléfono - Este pueblo es pequeño, la mayoría de mis compañeros rondan los 60 y solo hay un chico más joven y no vive aquí.

- Loreto cariño, el año pasado te pasó lo mismo, es el tiempo de adaptarte - respondió Julia intentando tranquilizar a su hija - Seguro que conoces a gente pronto, y si no ya te lo dijo tu hermano, vente todos los viernes y te vuelves los domingos.

Loreto iba a hablar cuando su madre la interrumpió.

- No será por Beatriz ¿Verdad?

- No mamá -respondió rápidamente Loreto - Bea y yo somos amigas, ya lo sabes, pero nada más.

- Sabes que alejarte de aquí, y de ella es lo mejor que te ha podido pasar hija - insistió Julia, aunque sabía que a su hija no le gustaba hablar de esos temas.

- Bueno, si tú lo dices - dijo tajante - Pues nada mamá voy a terminar de guardar la compra y voy a dar un paseo con Cristal. Luego hablamos.

Y sin dar la opción de despedirse, Loreto colgó el teléfono. Era muy reservada para su vida personal, pero lo que sobre todo le molestaba es que todo el mundo opinara sin ella haberlo pedido. Beatriz había sido una parte fundamental en su vida, y aunque sus vidas tomaron caminos distintos, nunca tendría que hablar nada malo de ella. Bea le enseñó a compartir la felicidad y la tristeza con alguien sin esperar nada a cambio. Con ella se hizo "mujer" y entendió que su vida no era como lo que su madre siempre quiso que fuera. Pero Bea tenía unos planes de futuro que para Loreto era demasiado precipitado. No quería compromisos, no quería una vida en pareja, no quería nada que tuviera que ver con una relación tradicional. Ella iba por libre, y como ambas tenían visiones distintas de lo que querían, lo mejor era separar sus caminos.

Loreto no podía evitar entristecerse al acordarse de aquella tarde en la que hablando con Bea le dijo que no quería lo mismo que ella. Le partía el corazón pensar en como aquella chica de pelo corto rubio derramaba lágrimas sin ni siquiera pronunciar palabra. Ese día más que nunca Bea le demostró que la quería de verdad, no puso una pega, no hubo una mala palabra, lo único que quiso saber era si Loreto era feliz, y que si era así, ella se apartaría. Bea era un ser maravilloso, tal y como decía Rocío, su mejor amiga, era un ser de luz, y seguramente a lo largo de su vida se arrepentiría de aquellas palabras pero en ese momento pensó que era lo más adecuado. 

Por eso odiaba que alguien le hablara mal de Bea, es más, no consentía que lo hicieran, y mucho menos su familia. Para su madre, Bea era la culpable de que Loreto se hubiera desviado del camino adecuado, por eso nunca la aceptó, por eso nunca quiso tener ni siquiera ni una palabra con ella, y eso era algo que Loreto no le iba a perdonar en la vida. No pedía que la entendieran, o que la apoyaran en su decisión de como vivir su vida y su sexualidad, ella solo pedía respeto, y sobre todo respeto de la gente que más quería, su familia.

- Vamos Cristal, vamos a dar un paseo - dijo Loreto cogiendo los airpods y poniéndoselo. Necesitaba despejarse.

La perra que amaba salir a correr con Loreto daba saltos de alegría. Una vez puesta la correa y enganchada a su cinturón, ambas salieron de la casa. Lo bonito que tenía aquel pueblo de la sierra gaditana era que había mucho sendero por el que correr, mucho verde, se podía respirar aire limpio, y aunque no tenía su playa cerca, aquello le servía de consuelo. 

Llevaba una media hora corriendo cuando pararon a beber un poco de agua en una pequeña plaza a las afuera del pueblo. Había bastantes familias con sus animales, niños jugando en los balancines y algún que otro adolescente que seguro en unos días conocería porque les daría clase. Cristal tiraba de Loreto, quería acercarse a un grupo de perros que corrían sueltos.

- Ey chica, te suelto un poco, pero no puedes irte lejos - le dijo poniéndose a  su altura.

Cristal pareció entenderla, se sentó delante de ella a esperar que le soltara la correa.

Loreto aprovechó para sentarse en unos bancos que había vacío desde donde no perdía de vista a su mascota, pero a la misma vez podía descansar. Estaba viendo las redes sociales, cuando vio la noticia de una fiesta local el próximo fin de semana en aquel pueblo. Pensó que sería muy divertido ir, pero ¿Sola? Así que se le ocurrió una idea, cogió su móvil, abrió whatsapp, y le mandó un audio a su mejor amiga. 

- Rocio mi amor, mi vida, mi corazón bendito - dijo soltando el dedo del audio.

Ella misma se reía, Rocío la conocía muy bien y sabría que algo querría. Ni dos minutos pasaron cuando recibió un audio de su amiga.

- A ver ¿Qué es lo que quieres? 

Loreto se echó a reír.

- Este finde hay una fiestecilla aquí local, y tiene buena pinta ¿Y si te vienes a pasar el finde aquí conmigo y vamos? Por fi - sugirió con una voz de corderito degollado. 

Una vez enviado el audio levantó la cabeza para ver donde estaba Cristal, que seguía donde mismo, en un arenero junto a dos o tres perros jugando.

- ¿Este finde? ¿No te parece muy precipitado? ¿Qué te pasa estás agobiada por allí solita? - respondió Rocío que sabía que si su amiga le había pedido aquello era porque algo no iba bien. 

No le dio tiempo de responder cuando otro audio de Rocío le llegó.

- Venga vale, el Viernes en cuanto salga de trabajar salgo para allá. Me llevaré la maleta y demás al curro y así no tengo que pasar por casa. Me tienes que mandar la ubicación, si no a saber donde llego, pero solo te pido una cosa compra mucho ron.

A Loreto se le iluminaron los ojos, sabía que su mejor amiga no le iba a fallar. En dos días la tendría en su casa y al menos eso la animaría un poco. Le contestó con varios emojis de besos, y se levantó para llamar a Cristal era hora de irse. 

Corrieron de nuevo durante otra media hora y por fin llegaron a la puerta de casa, donde justo estaba entrando la vecina.

- Hola - dijo una sonriente Mar cuando las vio aparecer.

- Hola - respondió un poco sin aliento Loreto quitándose los auriculares. 

- Ey preciosa, ¿Has jugado mucho no? Mírate esas patas - dijo Mar agachándose para acariciar a Cristal - ¿Todo bien?

- Si todo bien, gracias - respondió bastante seca - ¿Y tú que tal?

- Bien también - contestó Mar que se sentía un poco incómoda en aquella conversación - Bueno me alegro de verte para lo que necesites ya sabes donde estoy.

Y sin nada más que añadir entró en su casa y cerró la puerta. Loreto se quedó un poco sorprendida. Aquella chica en las anteriores ocasiones en las que habían coincidido había sido muy amable, pero sin embargo aquella conversación fue un poco forzada e incluso incómoda. Aunque a decir verdad no le dio demasiada importancia, abrió la puerta de casa y entró directa en la ducha, necesitaba descansar y relajarse. 


Chica nueva en el puebloМесто, где живут истории. Откройте их для себя