Capítulo 18.

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La noche fue bastante tranquila. Loreto había dormido casi de seguido, solo en un par de ocasiones se despertó sobresaltada pero ahí estaba Mar para calmar su angustia.
- No te vayas, por favor - pidió Loreto a Mar.
- No te preocupes, estaré sentada en el sillón por si necesitas algo - respondió la veterinaria para la tranquilidad de la profesora.
- No, por favor - dijo con los ojos vidriosos - Cristal se acostaba a mi lado y hasta que no sentía su calor no descansaba. Necesito sentir ese calor, por favor.
Mar sin dudarlo dos segundos, se levantó, destapó el lado de la cama donde Mar no estaba acostada y se metió muy cuidadosamente.
- ¿Estas segura?- preguntó antes de meterse del todo.
- Si- respondió Loreto regalándole una leve sonrisa.
Con mucho cuidado e intentando no destaparla se metió en aquella cama de 2x2. Loreto estaba de espalda y podía sentir como lloraba sin querer hacer ruido. No sabía si acercarse, si hacerle una caricia o simplemente abrazarla para calmar un poco aquel dolor y que no sintiera que estaba sola.
- ¿Te importa abrazarme?- pidió entre lágrimas la profesora.
Mar sin pronunciar palabra se acercó a ella, se giró y pasó su mano por encima de su cintura, consiguiendo así que Loreto se acercase a su cuerpo buscando su calor. El brazo derecho de la veterinaria pasó por debajo de la cabeza de Loreto, podía sentir el latido rápido de su corazón como si fuera el de ella misma, su sollozo se adueñó de su pecho, y no pudo evitar derramar un par de lágrimas y pensar que ojalá ella pudiera evitarle cualquier tipo de sufrimiento a aquella chica.
-  He hablado con Jaime, tu hermano - confesó con miedo a que se enfadara - llamó mientras estabas dormida, y pensé que sería buena idea que él lo supiera. Lo siento por hacerlo sin tu aprobación.
- No te preocupes, no me enfado - respondió con un tono desenfadado - Se que no harías nada que me hiciese daño.
Mar no contestó, pero Loreto tenía razón, jamás haría nada que a ella le hiciera daño, al menos no conscientemente.
- Necesito pedirte disculpas - continuó diciendo Loreto, esta vez girándose e incorporándose en la cama para poder mirarla.
- ¿A mí?¿Por qué?- preguntó sorprendida  Mar.
Loreto miro a los ojos a la veterinaria mientras le cogía las manos.
- Por todo lo mal que lo he hecho, por pensar que no hiciste lo suficiente por Cristal, se que eso no es así, no se porque pensé eso- dijo mientras le caían lágrimas por sus mejillas.
Mar se incorporó y soltó una de sus manos dirigiéndose hacia su cara para limpiarle las lágrimas.
- No hay nada que disculpar, el dolor a veces nos hace pensar cosas que no son, pero ojalá hubiera podido hacer algo más por Cristal, no sabes la de veces que me he maldecido desde que te oí gritar - confesó Mar sin dejar de limpiarle las lágrimas a la mujer más bonita que había visto en su vida.
Loreto se acercó lentamente a la veterinaria y la abrazó tan fuerte como si fuera lo último que pudiera hacer antes de morir.
- No entiendo porque le ha pasado eso a Cristal, Mar, no es justo joder, no lo es. Ella era todo para mi, todo, y ahora ¿Qué voy hacer sin ella? Me voy a morir sin verla cada día- dijo entre sollozos.
Ambas, abrazadas, lloraban a la par. Mar la entendía a la perfección, si le pasara algo a Romeo no sabe como lo haría para poder seguir.
- Tengo algo para ti - dijo ante la cara de sorpresa de Loreto.
Se levantó de la cama, fue al salón y cogió una pequeña caja de su bolso. Volvió al dormitorio y se sentó al lado de Loreto que no entendía nada.
- Toma, ábrelo - dijo entregándole una pequeña caja de color azul marino con una C grabada.
Loreto abrió aquella pequeña caja y no podía creer lo que estaba viendo. Dentro había un colgante en forma de perro.
-¿Ves eso que tiene en la barriga?- dijo señalándolo- Son parte de las cenizas de Cristal, pensé que te encantaría tenerla y poder llevarla contigo a todos lados.
Al escuchar la explicación, Loreto se rompió por completo. Era el dolor más fuerte que había soportado nunca pero a la misma vez era el mejor regalo que le habían hecho nunca. Mar no paraba de sorprenderla y es que parecía que la conocía de toda la vida.
- Gracias, Gracias y mil veces más gracias - dijo entre lágrimas- nunca un regalo ha significado tanto para mi.
- Me alegra mucho que te haya gustado, estaba temerosa de haberme tomado esa libertad , pero pensé que sería una forma muy especial de que la lleves siempre contigo.
Loreto se abalanzó hacia los brazos de Mar haciendo que sus cuerpos cayeran uno encima de otro en la cama. Sus pechos estaban tan juntos que ambas podían sentir el latir del corazón de la otra. Sus respiraciones empezaron a acelerarse y sus caras estaban tan cercas que las lágrimas de Loreto acababan en los labios de la veterinaria. Se mantuvieron así durante unos minutos, no podían dejar de mirarse a los ojos, Mar le quitaba ese pelo que caía sobre la cara de Loreto impidiendo verle sus preciosos ojos. Podían sentir sus respiraciones, estaban más cerca que nunca.
- Me está apeteciendo mucho besarte - susurró Loreto.
-¿Y que te lo impide? - preguntó Mar deseosa de que aquello pasara.
Sin mencionar palabra, los dos milímetros que separaban sus labios desaparecieron y se fundieron en el beso más sentido y más deseado que ninguna de las dos habían dado nunca.

Chica nueva en el puebloWhere stories live. Discover now