Capítulo 11: Cicatrices

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|Cicatrices|


—Creo que... está cerrado —dijo Violet.

—Está completamente abierto, trae al gato —se adelantó Morgan para entrar.

Todos la seguimos y Rayo observaba a su alrededor con confusión.

—Buenas noches, hemos traído a un gato. Se está muriendo, de verdad —comenzó Morgan.

Violet le dio un leve empujón alejándola de la recepción.

—Claro que no, señorita, lo lamento. Sólo tiene un poco de diarrea y tememos que se deshidrate...

—A veces hay que exagerar para que te atiendan más rápido —nos susurró Morgan a su novio y a mí.

Me acerqué a Violet con Rayo en su cajita y la mujer de la recepción comenzó a pedirnos datos como el nombre, edad, si sabíamos su fecha de nacimiento, dónde lo habíamos adoptado y un sinfín de cosas que seguramente ni siquiera te preguntaban si llevabas a un bebé de verdad. Violet contestó la mayoría de las preguntas, ya que hablaba francés más fluido y yo sólo entendía que Rayo iba a morir.

—En unos minutos nos llamará el veterinario —avisó Violet.

—Iré a fumar afuera —avisé.

—Te acompaño —me siguió Violet. Le pasó la caja con el gato a su hermana —cuídalo, avísame cuando nos llamen.

Muy obediente Morgan se quedó junto a Rayo y su novio en la sala de espera mientras Violet y yo salimos a la calle para poder fumar.

—Mi hermana es un poco... intensa —me dijo rápidamente.

Encendí el cigarrillo mirándola.

—Lo noté.

Sus ojos verdes se quedaron en los míos. Y, de pronto, me pareció tan ridícula la situación en la que estábamos que no pude evitar reír. Ella seguramente también pensó en eso y le contagié la risa.

—Rayo nos va a odiar después de esto —bufó Violet.

—Sobre todo a ti, que te has inventado traerlo a un veterinario.

—Pero si lo único que has dicho ha sido "Rayo se hizo caca", fue una estrategia rápida.

—Pero si era nuestra palabra clave para cuando estuviéramos en aprietos.

—¡Lo sé! —elevó el tono de su voz con una sonrisa —Es por lo que he dicho que íbamos a llevarlo a un veterinario.

—¿No podías inventar que trabajabas mañana?

—¡Olvídalo! De seguro Morgan se entusiasmaba y querría llevarme al trabajo ella misma.

Me reí.

—Bueno, tampoco he ayudado mucho.

Ella elevó sus cejas, irónica.

—Ni que lo digas.

—Pero he conseguido un gato. Imagínate no tuviéramos a Rayo, estaríamos perdidos.

—Estaríamos durmiendo en la misma habitación.

—Rompiendo nuestros límites.

—Si —resopló.

—¡Pueden entrar! —gritó Morgan.

Apagué el cigarrillo y entré junto a Violet a la consulta del veterinario. Él nos observó por un momento, luego abrió la caja de Rayo y lo miró.

Cuando tus ojos me mirenWhere stories live. Discover now