Capítulo 36: Miedos

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Aviso: Ya estamos en el penúltimo capítulo de "Cuanto tus ojos me miren"

*

VIOLET

Sus palabras quedaron suspendidas en el aire y su mirada se quedó en la mía con una ilusión ajena a él. Continué anclada al piso. No esperé jamás una cosa así, no esperaba que me pidiera "ir a casa" con él ni tampoco esperaba que me mirara tan ilusionado con una idea que había salido de su garganta.

—París es solo un lugar de paso ¿no? —Eso era cierto, pero mi paso no acababa hoy. —No puedo regresar sin ti, no puedo dejarte aquí, Violet.

—Entonces no me dejes —me tembló la voz.

Sus ojos oscuros se quedaron en los míos y noté cómo sus hombros se tensaron.

—Este no es mi sitio ahora...

—Pero sí el mío.

Pareció despertar de su ilusión, pues ahora fue él quien retrocedió unos pasos y tragó duro.

—Lo lamento, tienes razón. No pensé en la beca y...

—Hace un año renunciaría a todo por tener un romance de cuento ¿sabes? —lo interrumpí y él guardó silencio. —Pero no vine a París para encontrar el amor. Vine a París para cumplir mis sueños... y no puedo romper todo eso.

—Lo sé.

—No me pidas una vez más que vuelva a casa contigo, por favor —me sequé rápidamente una lágrima que me había traicionado. —Porque no sé si podré ser tan fuerte como ahora.

Vi la culpa en sus ojos, solo asintió levemente y yo giré sobre mis pies para caminar hacia mi habitación. Él no me detuvo, solo me dejó ir y yo me encerré. Apegué la espalda a la puerta y respiré hondo.

No era la misma Violet de antes, eso lo sabía, podía sentirlo en mi interior. En otra ocasión hubiese escogido vivir un cuento de hadas, conformarme con un amor romántico que me sostuviera la ilusión y nada más. No hubiese escogido mis sueños y habría olvidado todo lo que discutí con mis padres y con Morgan por venir a París completamente sola. Habría olvidado todas las semanas trabajando en un sitio que no me gustaba solo esperando una esperanza de hacer lo que realmente quería. Pero ahora no era esa chica, había crecido y no me conformaba solo con una cosa.

Me senté en la cama y miré un punto fijo del armario.

Por un momento pensé otra cosa. Por un momento pensé en la posibilidad de que él me esperara a mí. Pensé en la idea de que se quedara junto a mí el tiempo que duraran mis estudios, luego podríamos regresar o irnos a comenzar desde cero a un sitio distinto. Lo imaginé diciéndome que se quedaría conmigo el tiempo que fuera necesario, pero solo me encontré con él pidiéndome que dejara todo para volver. Tragué el nudo de mi garganta. Podía oír a Morgan diciéndome que siempre daba más de lo que las personas merecían o necesitaban, diciéndome que siempre me encariñaba más. Podía oírla riéndose de mi ingenuidad, de mis ganas de querer.

La puerta se abrió sin previo aviso, me sobresalté. Damián se quedó de pie apoyado en el marco de la puerta.

—No podría dejarte nunca, Violet —dijo. Fruncí el ceño. Se relamió los labios, complicado. —¿Cómo podría?

—No me debes nada, Damián.

—Y aunque lo hiciera, jamás podría pagártelo. Me has salvado de un abismo, Violet. Todavía no entiendes que si no acabé con mi vida fue porque estabas ahí... con ese cabello platino y jodiéndome con música al máximo mientras bailabas con la escoba.

Cuando tus ojos me mirenWhere stories live. Discover now