CAPÍTULO 2: "SAMAEL"

660 140 29
                                    

"Hoy fuimos a verla, mi esposo le pagó por su trabajo. Tengo tres meses de embarazo. Ella dice que van a ser varones, eso me hace feliz."

Anónimo.

.

.

Capítulo 2:

.

.

Caminaba en medio de la noche por un pasillo oscuro, intentando averiguar dónde estaba y como había llegado ahí; sin embargo... mi mente estaba en blanco y mis piernas no respondían, solo caminaban sin parar en medio de la oscuridad poco iluminada por las velas.

No conocía esta parte del convento y no reconocía haber estado aquí antes, ni siquiera sabía cómo había entrado, pero era algo diferente. Había retratos sobre lienzos de los reyes y sus reinas.

¿Estaba en la sala de tronos?

Todo era extraño, sentí un ruido y rápido me volteé, pero todo estaba vacío. No había rastros de nada ni de nadie, cuando escuché el chillido provocado por una puerta justo detrás de mí.

Me volteé esta vez con cuidado y la vi: era una puerta roja de metal con una gran cruz negra dibujada en el centro. Todo era rústico en ella, pero llamaba mi atención, en especial porque segundos atrás esa puerta no estaba ahí.

Me acerqué y fue por el reflejo de un espejo a mi lado que me di cuenta del vestido de tela blanca que tenía puesto, el cual tenía una cola que arrastraba por el suelo mientras mis pies descalzos caminaban sin descanso hacia la puerta frente a mí.

Al llegar me detuve y mi mano se posó sobre la manija de la puerta para luego empujarla y que esta se abriese. Una inmensa oscuridad me atrapó.

— ¿Qué? —Miré a mí alrededor, pérdida— ¿Dónde estoy?

Sentí pasos y me volteé hacia atrás cuando vi unos enormes ojos rojos y unas garras que se estiraban hacia mí.

— ¡Sal de aquí! —Gruñó una voz masculina y se abalanzó sobre mí, pero justo antes de ver su rostro, abrí mis ojos y me senté de forma rápida en la cama.

Mi pecho subía y bajaba, intentando controlar mi respiración, miré hacia un lado, pero la cama de Francella estaba vacía, luego miré el reloj y pude saber que eran las siete de la mañana. El toque de queda se había roto desde las 6:00, pero yo estaba llegando tarde al primer rezo del día.

Me levanté rápido y fui al baño para lavar mi cara y peinar mi cabello castaño, lo trencé en una coleta baja, mientras me miraba en el espejo con ayuda de mis grandes ojos grises.

Cuando salí de la habitación ya llevaba la ropa del convento puesta, la falda se alzaba cada vez que daba un paso, y la blusa de botones era un poco más grande que yo, no dejando ver mi verdadera figura.

Respecto al sueño, no me había causado tanta impresión, más bien me daba rabia, pues llevaba soñando lo mismo tres días ya, desde que encontré la llave de Rubí en la habitación de la madre superiora y que vi a esa persona, la cual todas desconocemos en el convento.

Ya había revisado cada pasillo, pero nada, aunque pensándolo bien: aún me faltaban los pasadizos que nunca nadie nos dijo que existieran y tuve que descubrir a la fuerza cuando aquel chico me haló, salvándome de que me descubrieran esa noche.

La cuestión era: ¿Dónde podía encontrar esos pasadizos? Había uno en mi habitación, eso era seguro, sino... ¿Cómo aparecería ahí aquella vez? Pero por más que revisaba las paredes y objetos, nada funcionaba para abrir la supuesta "puerta secreta".

ALMA "Un Secreto Nocturno" (Completada en Edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora