CAPÍTULO 3: "Preguntas sin respuesta"

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Capítulo 3:

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Su rostro estaba muy cerca del mío, dejando que viera sus mechones largos de cabello rubio, sin embargo, no hacía que dejara de sentir terror. ¿Samael? Se parecía mucho al nombre de la serpiente de los cuentos de Adán y Eva ¿Pero qué onda con este tipo?

Mi respiración era agitada y como resultado del pánico que sentía al tener su mano apretando mi cuello mientras detenía mi respiración poco a poco empecé a perder la visión.

— ¡S-suéltame! —Intenté zafarme como pude, pero era imposible.

—Aún no respondes mi pregunta, Alma.

Se me había pasado ese pequeño detalle: ¿Cómo sabía mi nombre? ¿Acaso lo conocía de algún lado? No lo creo. Sin embargo me dio la ligera impresión de que él conocía más de mí que yo de él.

Me volteó sin soltar mi cuello, acorralándome contra el columpio oxidado. Podía haberle visto el rostro en ese momento, pero el poco oxígeno dentro de mí ya empezaba a afectarme, haciendo que no pudiera ver absolutamente, solo rasgos borrosos y un color esmeralda que venía de sus ojos.

Pensé que iba a morir ahí mismo, así que solo dejé de intentarlo y mis manos cayeron a mis costados. Él soltó una risa.

—No sabes cuánto me gustaría matarte aquí mismo pequeña. —Se acercó, susurrando en mi oído— Me ha gustado volver a verte —dijo dejando un beso sobre mi cuello.

Divisé un movimiento borroso detrás de él, había dos siluetas negras y creí haber escuchado una voz antes de perder completamente el conocimiento. No pude distinguir qué era exactamente.

Mi vista se volvió negra y sentí que mi cuerpo se desvaneció. Todo era oscuridad, solo escuchaba pasos y una respiración agitada, cuando pude abrir mis ojos con dificultad, alguien me llevaba hacia algún lugar en brazos, pero no sabía quién, hasta que escuché su voz.

—Deja de meterte en problemas, no te puedo salvar siempre —susurró —No mereces que te salve...

¿Acaso era él? ¿Quién más me había salvado en estos días?

No podía ser otro, era él, estaba segura: El mismo chico que me salvó esa noche de ser descubierto por las monjas, metiéndome por los pasadizos.

Quise mirar su rostro, pero volví a perder el conocimiento, sumergiéndome en la oscuridad de mi propia mente. Pasaron una o dos horas para que en mi despertar, el techo de mi habitación me diera la bienvenida. Ya estaba completamente oscuro.

Miré a mí alrededor y divise la cama de la pelirroja, cayendo en cuenta en dónde me encontraba. Mis manos fueron directo a mi cuello, el cual dolía por el apretón tan fuerte de ese hombre que casi me había quitado la vida.

Todo había sido real. Mi mente no me estaba engañando, o al menos, eso quería pensar. YO NO ESTABA LOCA y no iba a dejar que eso pensaran de mí. Por eso, necesitaba una aliada y para obtenerla debía demostrarle a Francella que todo era real, que yo no mentía.

Me quité la manta que me cubría y en ese momento me di cuenta de algo: YA NO TENÍA LA PULSERA. ¿A dónde se había ido?

Revisé bajo mi cama y mi almohada, los cajones y mis bolsillos, pero fue inútil.

—No está —susurré, rompiendo el silencio de la habitación.

Mi mirada se dirigió al reloj de la pared. Ya eran pasadas las 00:00.

ALMA "Un Secreto Nocturno" (Completada en Edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora