CAPÍTULO 26: "La corona"

338 84 32
                                    

.

.

.

Capítulo 26:
Narra la Reina:

.

.

.

El TIC TAC del reloj me tenía angustiada mientras caminaba de un lado a otro en la habitación. El rey había marchado hace unas horas y aún no volvía. Todo era su culpa, su maldita culpa, ELLA no tenía derecho a vivir la misma vida que mis hijos pero aun así el rey había decidido no mandarla fuera del convento.

Camine a un lado de la pared torciendo uno de los metales que sujetaban las velas, la pared se abrió mostrando mi pequeño escritorio donde escribía mis pensamientos e inseguridad en mi diario.

La luz era tenue ya que solo me iluminaba una pequeña lámpara de aceite, pero aun así era lo único que me calmaba. Tome la pluma mientras me sentaba y la mojaba en la tinta para empezar a escribir.

"Hoy se acaba mi miseria, la noche está perfecta para desaséeme de lo que tanto me está torturando, ELLA le quito a mis hijos su puesto como reyes, yo le quitaré lo más valioso que tiene; la vida..."

Era algo arriesgado pero no podía estar sin más, tal vez era mi única oportunidad.

"...Que me perdone dios por todos los pecados que he cometido, solo él sabe que tanto he luchado por el puesto que se merecen mis pequeños."

Mire sobre mi escritorio y observe el pequeño frasco de veneno que tenía a un lado del tintero ¿Quién diría que tan pequeño frasco contendría algo tan mortal como el ácido?

Me levanté con cuidado y lo tomé dándome la vuelta hacia la pared que tenía llena de armas y venenos mortales, cada uno representando cada intento fallido para matarla en cada cumpleaños... pero por algún motivo volvía a revivir...

Era curioso como la mataba hasta la descuartizada cuando nadie veía, la arrastraba y enterraba en ese jardín oculto del palacio, pero aun así a la mañana siguiente su presencia volvía a estar a en la mesa del comedor desayunando o merodeando por los pasillos de piedra mientras leía.

Y aun así no solo se conformó con revivir en cada muerte, también en seducir a cada príncipe. Me había desvelado cada noche, en velas volviéndome cada vez más loca con la fantasía de matarla, de despertarme con los gritos de las sirvientas o su propio padre, pero aun así solo eran fantasías y sueños que me costaba cumplir con cada año.

— ¡Madre! —La voz de Samael llamó mi atención. Sé encontraba afuera en mi habitación pero no podía salir y arriesgarme a que descubriera mi hermoso lugar seguro.

Mi pequeño secreto estaba cerca de las puertas que daban al baño, así que aproveché las virtudes de los planos del castillo para contestar.

— ¡Estoy en el baño, Samael! ¿Qué pasa? ¿Ya saben algo de su padre?

— Me temo que sí, Madre —Dijo a lo que me dejó perpleja —Esta débil, muy débil en la enfermería.

— ¿Que? —El frasco en mis manos se cayó rompiéndose en pedazos a lo que maldecí mil demonios.

— ¿Madre?

Me quedé en silencio por unos segundos, miraba la botella de asido en el suelo quemando la vieja madera y deshaciéndola en segundos. Mi plan se había ido a la mierda, mis esfuerzos, mis fuerzas. Empecé a sentir una impotencia muy grande.

— ¿Madre?

La voz de Samael me sacó nuevamente de mis pensamientos.

—Sal de mi habitación Samael, bajaré enseguida, Llama a tus hermanos —Mi voz sonó más fuerte de lo normal.

ALMA "Un Secreto Nocturno" (Completada en Edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora