↳ «18» 🐾

1.7K 239 228
                                    

Parece que, hiciera lo que hiciera, siempre terminaba siendo una amiga de mierda.

Me levanté de mi asiento y abrí la boca para decir algo, pero Wendy solo me miró con una expresión fría y salió por la puerta principal.

Volví a mirar a Stan, y se veía preocupado por la situación.

—Lo siento, creo que te causé problemas. No quería, de verdad...

—No te preocupes, ya me ocupare de eso—volví a sentarme junto a él y me atreví a plantarle un beso en la mejilla—. Ahora lo único que quiero es estar contigo, aquí.

Stan sonrió y continuó depositando besos en mi mejilla y en mis labios. Me preocupaba Wendy, pero poniéndolo en la balanza con lo que acababa de suceder, realmente no me importaba demasiado. Llevaba esperando por ese beso durante años, y no iba a permitir que nadie me lo arruinara.

—Hola, bebé—Stan depositó un beso en mi frente.

Venía corriendo, probablemente llegando tarde al entrenamiento, y saludó solo con un gesto de la mano a Kenny de pie junto a mí. Luego siguió corriendo en dirección al gimnasio.

—Vaya, así que no estabas alucinando.

Lo golpeé en el hombro y puse los ojos en blanco.

—Te lo dije. Está distinto desde que nos besamos, más relajado. Como si se hubiera quitado un peso de encima.

—Y quizás lo hizo, era obvio que le gustabas tanto como a ti. Los dos eran unos idiotas fingiendo como si no nos diéramos cuenta.

Quizás había sido una tonta en intentar ocultar mis sentimientos, ya que los únicos que no sabíamos que estábamos enamorados éramos nosotros.

— ¿Qué no tienes entrenamiento tú también?

Me encogí de hombros.

—Sí, pero no lo sé...No creo que sea la mejor idea aparecerme por ahí.

—No puedes evitarla para siempre, lo mínimo que puedes hacer es ir a disculparte con ella.

Refunfuñé, pero me bastó una palmada de mi amigo en la espalda para hacer lo que decía.

Al llegar al gimnasio me encontré con que el entrenamiento ya había comenzado. Wendy se veía radiante, como siempre. Si no hubiera sido yo la que rompió su corazón, nunca hubiera imaginado que estaba roto.

Me acerqué lentamente hacia la tribuna, esperando que nadie notara mi presencia, pero en el momento en que Bebe posó sus ojos en mí, todas las porristas se voltearon a verme.

—Um...hola.

Me quedé helada y saludé con la mano, sin saber muy bien que hacer. La vergüenza me estaba quemando por dentro.

Bebe se cruzó de brazos y me miro con una sonrisa triunfal. Estaba disfrutando esto.

—Miren quien apareció. No creí que volviera a meter sus narices por aquí, tiene huevos, se lo concedo.

Wendy, que normalmente hubiera callado los comentarios, me miraba en silencio con una expresión triste en el rostro.

— ¿No te lo dije, Wendy? Siempre tuve razón, ella solo estaba aquí para...

—Ya basta.

No sonaba autoritaria, más bien parecía una súplica. Bebe le hizo caso y se calló, pero su rostro se transformó cuando vio que Wen me tomaba del brazo y me llevaba a los vestuarios para hablar mejor.

Al llegar, tomó asiento en uno de los bancos, sin mirarme. Estaba esperando a que hablara.

—Mira...se lo que piensas, y no es así. Nunca quise utilizarte.

—Pero lo hiciste.

—Lo siento Wen, no planeaba que esto sucediera. De verdad. Nunca hubiera querido lastimarte, y no te utilice solo para llegar a Stan. También éramos amigas, realmente te quiero.

Wendy suspiró e hizo una pausa, llevó las manos a su rostro y lo cubrió.

—Te metiste en mi equipo—susurró, pero comenzó a alzar la voz con cada palabra que decía—, te volviste mi amiga, me enamoraste, y todo para llegar a él. Para besarlo frente a mí.

— ¡No es así! Y no sabía que tú estabas en casa de Clyde también, solo...

—Te amo, (t/n), me has hecho sentir cosas que nunca sentí con nadie. Y justo cuando pensaba que podía superarte, que nunca iba a ser digna de ti, me entero que siempre me has estado apuñalando por la espalda.

Hizo una pausa, ya que la voz se le había empezado a quebrar.

—Siempre lo quisiste a él, y lo entiendo, yo también caí por sus encantos. Pero no pienses que va a ser así siempre, él no es un príncipe encantador. Y yo podría haberte dado todo lo que necesitaras.

Se levantó del banco y se reposó contra los casilleros, respirando agitada intentando que no notara sus ojos aguados. Yo ya no sabía que decir, estaba equivocada y al mismo tiempo no lo estaba, ¿serviría de algo darle más explicaciones inútiles? ¿servía de algo seguir lastimándola?

Di un paso adelante para abrazarla, pero ella se apartó. Me dolía haberle hecho eso, la quería como había llegado a querer a mis mejores amigos en tan solo un par de meses.

—Mira, creo que lo mejor va a ser que no nos veamos más, ¿sabes? Nunca más...

Asentí.

—Estas pidiéndome que renuncie al equipo—ella no contestó, así que asumí que así era—. De acuerdo, tienes razón. Es lo mejor para ambas.

Además, la convivencia en el equipo iba a ser imposible ahora que me había convertido en la villana principal.

Abrí mi bolso y saqué de él el uniforme. Se lo tendí en la mano y, cuando estaba por irme, noté un brillo al fondo de mi bolso.

Eran los pompones. Pasé una mano acariciando las tiras brillantes y recordé el día que ella me los había dado. No podía creer que la había cagado tanto, que la había lastimado tanto, cuando ella siempre había sido tan buena conmigo.

—Ten—le tendí los pompones también.

Luego di media vuelta y me fui del gimnasio, ya que si me volvía hacia atrás al escuchar sus llantos ahogados iba a quedarme ahí para siempre con ella.

Please don't Bite • Stan x Reader • [South Park]Where stories live. Discover now