↳ «14» 🐾

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Cuando abrí los ojos, sentí mis pestañas pegadas y mi boca seca. Me tomó unos segundos darme cuenta de donde estaba y, al recordar lo que sucedió, volvió a caer un peso en mi pecho como si fuera plomo.

Me levanté y me reincorporé en el asiento, frotándome los ojos. Stan se levantó a mi lado y frotó mi espalda con delicadeza. No quité las manos de mis ojos, aún no estaba lista para verlo a la cara.

— ¿Me dormí? —mi voz sonó amortiguada contra las palmas de mis manos.

—Solo un rato, necesitabas descansar.

Stan tomó mis muñecas con suavidad y le permití apartarlas de mi rostro. Me vi obligada a verlo a los ojos y, ahora que estaba más calmada, caí en el efecto que siempre me provocaba.

Empezaba a sentirme algo mareada y no podía apartar la vista, así como en su cuarto. Stan pareció notar que algo iba mal y pestañeó un par de veces antes de apartar la mirada. Cuando volvió a verme, sus ojos ya no tenían ese brillo espectral.

— ¿Quieres contarme que pasó? —llevó un mechón hacia atrás de mi oreja y analizó mi rostro con preocupación.

Negué con la cabeza y tragué saliva. Realmente no tenía ganas de hablar de eso, y aún menos con él. No podía contarle sobre Wendy.

Aún sentía el sabor a fresas de su gloss sobre mis labios, y la piel me quemaba en aquellos lugares donde me había tocado. Pasé el dorso de mi mano por mi boca, intentando borrar cualquier rastro de lo que había pasado, aunque en realidad lo que quería era borrarlo de mi mente.

—Realmente no, lo siento...

Él asintió y, luego de unos segundos, se estiró hacia la parte delantera del auto. Lo escuché tocar algo y una música tranquila llenó el ambiente, se encargó de bajar un poco el volumen y luego volvió a recostarse en el asiento trasero.

Tenía los ojos cerrados y balanceaba su pie derecho, colgando al costado asiento, al ritmo de la música. No parecía darse cuenta de que lo observaba, o tal vez no le importaba demasiado.

Creía que me había llevado ahí porque necesitaba calmarme, pero ahora veía que él también tenía cosas en la cabeza de las que necesitaba escapar. Recordé lo pálido que estaba cuando lo encontré en el jardín delantero.

Me preguntaba qué cosas rondarían por su cabeza, qué podía ser tan complicado y horrible como para tenerlo tan angustiado últimamente. No era el mismo desde hacía meses y, si bien todos lo habíamos notado, nadie parecía hacer nada al respecto. Y me incluía en eso, había estado tan centrada en tratar de gustarle que no me había detenido a fijarme si me necesitaba.

Me recosté junto a él y hundí mi cara en su pecho, algo que hasta hace unos días me hubiera puesto de los nervios, pero en ese momento sentía que nada de lo que pasara en ese auto era real. Me fijé en su brazo recostado sobre su estómago, fuerte y bronceado por el entrenamiento, con unas finas líneas rosadas ya casi imperceptibles rodeándole el antebrazo de forma dispareja.

Me aventuré a pasar mi dedo por las cicatrices, lo hice con delicadeza por si se espantaba, pero a pesar de sobresaltarse, le tomó unos segundos pensárselo y luego movió la muñeca dejándola más a mi alcance.

No estaba viéndole la cara, pero sentía su mirada cautelosa puesta sobre mí.

— ¿Puedo preguntarte por ellas? —rocé mi dedo sobre una de las líneas, sintiendo su relieve.

Stan suspiró y luego de unos segundos contesto con un tono burlón que se me hizo extraño para la situación.

—Si te lo dijera, ¿guardarías el secreto?

Please don't Bite • Stan x Reader • [South Park]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora