Cap 15

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—¡¿Acaso no puedes hacer nada bien?!

La madre de Jungkook lo estaba recriminando porque había roto un plato.

—Se me resbaló.

—¡Más te vale que no vuelva a pasar! O te quedas sin donde comer.

Su madre salió de la cocina y le dio un portazo a su habitación. Jungkook se quedó tirando los restos del plato de cerámica. Se hizo un corte en un dedo pero se colocó una bandita y fin del asunto.

No le dolía tanto como la desatención de su madre.

Cuando volvió al comedor, Hoseok, el novio de su madre, negó con la cabeza.

—Deberías tener más cuidado.

Pero era evidente que no le importaba mucho. 

Jungkook se encerró en su cuarto. Ahora empezaba a odiar los días viernes porque no tenía que ir al trabajo, ya que él iba toda la semana excepto viernes, sábados y domingos. La dueña le había dicho que los sábados había un empleado de sobra que se encargaba de hacer las tareas que hacía Jungkook, al igual que los viernes. 

El menor se acostó en su cama, de costado. Tenía ganas de llorar. ¿De verdad había otros padres que no se molestaban con sus hijos por romper un plato? O si se molestaban solo les decían que debían tener un poco más de cuidado o ser más responsables, pero no les decían que no servían para nada. 

"¿Para qué sirvo?" pensó Jungkook mientras acomodaba la cabeza sobre la almohada. Él quería ser bailarín y cantante, pero también tenía muchas ganas de estudiar diseño grafico. ¿Acaso su madre le pagaría los estudios? Jungkook lo dudaba enormemente. 

Posiblemente le dijera que no sirviera para ninguna de esas cosas. 

Jungkook suspiró y se quedó dormido con un dolor en el pecho. Había veces en las que se sentía como una miserable basura. Sentía que no era bienvenido en esa casa, el hogar en donde nunca lo habían querido. 

. . . 

Para la bendita suerte de Jungkook, los platos que se dedicaba a lavar en su trabajo, no se le caían. Por lo menos se sentía útil para eso. Sus compañeras de trabajo le decía que le encantaban como dejaba los platos relucientes al igual que las tazas tan limpias y bien cuidadas. 

Nadie se quejaba de él, eso era algo bueno. 

Aquel día, Jungkook recibió su primer sueldo. Era bastante, considerando que él era un adolescente de 17 años que vivía en la casa de sus padres y que (por la bendita suerte de Dios o de cualquier santo) su madre y el novio de ella (Hoseok) lo seguían dejando allí y se ocupaban de pagar los impuestos y demás viáticos. 

A veces Jungkook se preguntaba qué pasaría cuando cumpliera la mayoría de edad, en corea eran los 21 años. Faltaba mucho para eso, pero... ¿acaso su madre sería capaz de sacarlo a patadas de la casa cuando tuviera 18 o 19 años?

¿Acaso iba a pagarle sus estudios universitarios o lo dejaría a su suerte en una universidad publica? Que tampoco era mala idea, pero no era lo mismo que tus padres te prestasen atención y dinero para ayudarte con los estudios. 

Jungkook se preguntaba cómo sería eso: que los padres se preocuparan por sus hijos. 

Que le dieran amor.

Claramente nunca lo sabría. 

A eso de las siete y media de la tarde, Jungkook salió de trabajar y se despidió de sus compañeras y algún que otro compañero de trabajo. Tenía un sobre con el dinero en la mano. 

No podía creer que tenía dinero. Dinero que se había ganado por su propia cuenta, trabajando duro y arduamente. Lo mejor era que podía separar una parte de ese dinero para destinarla a algún libro o alguna prenda de ropa que le gustase. Y la otra parte la dejaría para las fotocopias de la escuela. 

Lo que sobrase a fin de mes, lo destinaría a algún tipo de ahorro para sus estudios universitarios. Tenía mucho tiempo para seguir trabajando y si hacía las cosas bien, o quizás si despedían a alguien de algún puesto de trabajo más elevado, podría ganar más y ahorrar más rápido. 

Le costaría trabajo, pero era un buen incentivo. 

Jungkook guardó en su mochila negra la mitad del dinero que sería para las cosas de la escuela, y lo que quería gastar se lo dejó en el bolsillo. 

Caminó unas cuantas cuadras, había un collar que quería comprar. Resultaba que era una cadenita con una clave de sol como colgante. Claramente era una baratija, pero era una baratija que no se hubiese podido comprar si no tuviera ese dinero, porque claramente su madre y Hoseok no le darían dinero para que se comprase era tontería. 

Jungkook compró la cadenita con media sonrisa en la cara y cuando se volteó, ya para irse, notó que en la tienda vendían un tipo de anillo plateado con una piedra verde en el centro. 

Él no supo el motivo, pero inmediatamente al ver el anillo, pensó que le quedaría perfecto a Taehyung. 

Jungkook se dijo que no era muy costoso, de hecho podía pagarlo con el dinero que tenía en el bolsillo, pero... ¿acaso Taehyung se alegraría de recibir esa baratija?

Jungkook pensó que no. Pensó que a alguien como Taehyung le gustarían las cosas caras. Tenía un departamento grande, era inteligente, se vestía bien, era un genio en el deporte de natación y otras cosas más. ¿Acaso le gustaría ese estúpido anillo barato?

Y de todas formas, ¿porqué Jungkook pensaba en Tae cuando Tae ni siquiera lo quería? Para él, Jungkook solo era un culo en donde meter su pene. Lo tenía más que claro. 

O eso era lo que pasaba de momento.

Así que salió de la tienda y pasó de largo la vidriera en donde estaba el anillo. 

Se paró en la esquina y miró hacia atrás, bajando la cabeza. 

¿Y si se lo compraba? 

Jungkook solo pensaba que quedaría muy bonito en uno de sus largos y delicados dedos. Taehyung tenía unas manos celestiales.

Al final suspiró y volvió a la tienda. 

"Ojala que no lo tire a la basura" — fue lo que pensó cuando la dependienta le entregó el anillo en una bolsita de color celeste, para regalar.

  



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