Cap 31

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Un día antes de las vacaciones de invierno, Félix había llevado unos caramelos masticables para celebrar con HyunJin. 

Y aquel día, el chico de cabellos negros y ojos celestes como el cielo, estaba bastante feliz. 

Antes de que Félix dijera tan solo un "hola" HyunJin se le adelantó. 

—Hace dos días que Chris no me viene a buscar a mi casa. 

A Félix casi se le cae la bolsa con caramelos de la mano. 

—¿Eso es verdad?

HyunJin asintió frenéticamente con la cabeza. Félix se sentó a su lado a medida que el aula se iba llenando. Jungkook llegó y HyunJin también se lo comunicó. 

Jungkook alzó las cejas, sorprendido. 

—Es todo un record —continuó HyunJin —Tampoco me ha enviado mensajes y hace como tres o cuatro días que tampoco viene a la escuela. 

—Es una gran noticia —le dijo Jungkook yendo a sentarse a su banco. HyunJin y Félix no lo notaron demasiado entusiasmo. 

—¿Qué te ocurre Jeon? —cuestionó Félix con suavidad. 

—Nada —se alzó de hombros —, tengo sueño. 

—Parece como que nunca duermes—dijo HyunJin robándole la bolsa de caramelos a Félix.

Jungkook volvió a alzarse de hombros. 

—¿Es por tu madre, no? —HyunJin dio en el blanco y Jungkook apretó los puños, luego soltó el aire que estaba conteniendo. 

—Si es que se la puede llamar madre — fue lo ultimo que susurró antes de sacar sus fotocopias y ponerse a estudiar para el examen de química, que sería en las proximas dos horas. Justo el ultimo día de clases antes de las vacaciones de invierno. 

Y faltaba casi una semana para navidad, por aquella razón Jungkook estaba muy triste. 

. . .

Jungkook no había recibido jamás un regalo de navidad, o al menos él no recordaba haberlo recibido. 

Cría que su único y ultimo regalo había sido un caballito de plástico a los tres años, el cual se le había roto y su madre le había dicho que no volvería a gastar un solo centavo en regalos de navidad. 

Jungkook supo que papá Noel no existía desde tan temprana edad. Nunca había tenido sueños, deseos, intrigas por conocer al famoso panzón de barba larga y traje rojo. 

Y a él le gustaban las navidades por más que su familia no le prestara atención en las fiestas. Él veía como sus primitos más pequeños recibían juguetes y él no. 

Él había visto la cantidad de veces que los regalos no llevaban su nombre grabado en una tarjeta. Cuando creció, a eso de las once o doce años, dejó la ilusión de pensar que alguien le regalaría algo. 

Hoseok en la ultima navidad al menos le había regalado un llavero. Era un auto azul pequeño de metal que pesaba en el bolsillo y por eso Jungkook no lo usaba nunca. 

Pero... ¿de verdad? ¿Qué tipo de regalo era ese? Su madre y Hoseok tenia dinero, dinero de sobra y tan solo le compraba un llavero como para decir "aquí tienes tu presente, confórmate porque es lo único que recibirás". 

Menuda mierda —pensó Jungkook. 

Ahora ese mismo llavero estaba guardado debajo de su ropa en un cajón que le había prestado Taehyung. 

Una semana para navidad y él también se quedaría sin regalo. 

Y lo peor era que varias veces (cuando era un poco más chico) le había regalado a su madre algunas manualidades que hacían en la escuela, con toda la ilusión. Y ella lo único que había hecho era abrir el envoltorio, no mirar siquiera el regalo, no decir gracias y dejarlo sobre algún mueble o alguna parte de la casa en donde no estorbara. 

Jungkook había visto sus manualidades tiradas en el cesto de basura incontables veces. Incluso un muñeco de trapo cocido que le había costado mucho unir. 

Ahora se sentía un idiota. Un tonto. Un hijo que no servía para nada. 

Pero en realidad siempre se había sentido así, solo que últimamente lo había tenido más claro que nunca. 

La desdicha lo perseguiría durante toda la vida. 

En ese momento, mientras él estaba parado viendo los libros en los estantes de Taehyung, Yeontan entró al cuarto, pidiéndole mimos con una pata. Jungkook lo alzó mientras recorría las estanterías sin ver nada en realidad. 

El perro le lamió la cara pero ni siquiera eso animó a Jungkook, así que lo bajó y lo dejó corretear por toda la casa. 

Jungkook agarró el libro de cementerio de animales para seguir leyendo, pero no le apetecía. En eso sonó su alarma. Tenía que ir al trabajo. 

Se cambió de ropa con los labios apretados en una fina línea. Todo el tiempo quería llorar y no sabía cómo pararlo. Por más que se repitiera que no valía la pena hacerlo, las lagrimas caían solas porque era el dolor de un alma en pena. 

Jungkook salió del departamento de los Kim con la llave de repuesto y llegó a la cafetería en diez minutos. Comenzó a trabajar y a atender a los pocos clientes que entraban. Sus compañeras estaban hablado de que la noche estaría fresca y despejada. Una le preguntó a Jungkook si quería ir con los demás a cenar más tarde.

Pero él solo negó con la cabeza y empezó a atender a otros clientes. 

Lo bueno es que al ser el mesero y el chico de detrás de la caja registradora, le pagaban más.

Lo malo es que tenía que soportar que las personas vieran sus ojos tristes y su sonrisa falsa acompañada de su voz desanimada. 

Cuando terminó su turno, una de sus compañeras de trabajo, la más joven con dieciséis años y de estatura chaparrita se le acercó con cuidad. 

—Oye Jungkook, estaba pensando que eres un chico muy bueno y que no hay muchos como tú hoy en día... yo... bueno, me preguntaba si quizá estabas soltero o en pareja, ya que estoy interesada en conocernos un poco más...

Jungkook hizo un puchero antes de voltearse a verla. Odiaba lastimar a otros. 

Odiaba romperle el corazón a la gente, por más que la gente se lo rompiera a él. 

—Natti... a mi me gustan los chicos. 

Ahora el turno de ella en hacer un puchero y bajar la cabeza. 

—Eres un muy inteligente, responsable y linda—continuó Jungkook tomando sus cosas para irse de nuevo—. Posiblemente conozcas a un chico hetero interesando en ti. 

Ella se retorció un mechó de cabello y asintió con la cabeza. 

Jungkook la saludó y le dio un pequeño abrazo. Antes de irse escuchó que otra de las chicas le preguntaba a Natti cómo le había ido, y Natti les contestó que nunca tenía suerte con los chicos, que se sentía como una fracasada. 

Jungkook quiso decirle que no lo era. 

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