Furia ilegal

V E I N T I C U A T R O. Carajos, ratoncito. Tócame.

Skyler Snow Thompson

Desliza su pulgar por el costado de mi rostro hasta deslizarlo con brusquedad sobre mi labio inferior mientras atrae mis ojos hacia los suyos. Su polla se alza erecta, pidiendo ser devorada y todo dentro de mí me pide que finalmente ataque y lo coma como el mejor trozo de carne en el mercado. Pero me tiene ahí, esperando expectante, palpitando por la necesidad, con mi coño goteando por él.

―Abre.

Su dedo no me da tiempo para hacerlo porque se adentra por sí solo en mi boca, como si no tuviera libertad de hacerlo, ni voluntad. Estoy aquí para él, para obedecerlo, y todo mi cuerpo ruge... estando de acuerdo.

Cuando lo hago, lo veo lamer sus labios como si la vista de mi cuerpo arrodillado debajo de él, con su camiseta arrugada y mojada, con mis pechos pesados expuestos para él y mi lujuria palpable fuera la vista más endemoniadamente sexy que ha tenido. Eso me complace, y mi cuerpo se mueve un poco, como si me estuviera presentando a él... sin vergüenza, sin miedo, solamente disfrutando de la caricia carnal de sus ojos grises.

―¿Quién diría que a mi pequeño ratoncito le encantaría ser atrapada? ―susurra―Deberías haber corrido cuando te di la oportunidad.

―Uhm. ―suelto, saboreando lo que dice, mis pezones puntiagudos deleitándose como si su lengua los estuviera acariciando en vez de soltando aquellas palabras. Su pulgar se adentra un poco más en mi boca y casi sin pensarlo, comienzo a chuparlo.

―Eso es, chupa como si estuvieras comiendo un jodido cono de helado. Te ves tan feroz e inocente... tan nuestra. A mi bestia le gusta condenadamente demasiado.

Es sucio, caliente y jodidamente depravado. Sus palabras... Jesucristo, tiene mis piernas temblando debajo de mi trasero y ni hbalar de mi sexo empapado. Me encantaria decir que es simplemente la ducha y el agua que no deja de caer sobre nosotros, pero joder si estaria mintiendo.

Nunca dijo tantas cosas juntas, mucho menos sobre esto.

Mis mejillas se contraen cuando doy todo de mi para complacerlo y seguir su demanda. Sin apartar mis ojos de los de él, absorbo su pulgar como si la vida se me fuera en ello. Chupo y lamo, imaginando una y otra vez que es su pene el que está intentando adentrarse en mi boca hasta cortarme el aire, pero no es suficiente para mi cuerpo.

Necesito más, y creo que el brillo en mi mirada y el movimiento de mis muslos contrayéndose se lo hacen notar porque, de un segundo al otro, arranca su dedo de mi boca y empuja su pene adentro con brusquedad, sustituyéndolo casi de un empujón, .

Sisea con fuerza cuando mis labios se cierran a su alrededor. Su glande hinchado y húmedo roza la parte posterior de mi garganta y al instante me provoca arcadas. Doy todo de mi para calmarlas y permitir que sus caderas se retiren y vuelvan a empujarse dentro. Me encanta como me toma sin pedir permiso, usandome para alcanzar el éxtasis que mis labios le prometen. Es brusco y demandante, el perpetrador. Usurpa, condena, te usa para su beneficio antes de volverte loca y exigir que prácticamente le supliques por más porque te gusta ser utilizada para llegar al clímax. Mi cuerpo vibra por su intensidad, mi mente da vueltas y mis ojos lloran por el esfuerzo de tomar más en su boca sabiendo que en cualquier momento podría lastimarlo con mis dientes por mi inexperiencia. Y aun así... sigue adelante. Entra y sale a un ritmo arrollador, desenfrenado, tomando de mi cada sonido ahogado y las arcadas que jamás pensé que podría resistir. Lo enciende, el fuego en sus ojos y sus pupilas dilatadas cuentan toda la historia. Mi mirada se arrastra por los apretados músculos de sus abdominales, por su duro pecho mojado, hasta las venas marcadas con fuerza en su cuello y mandíbula. Parece enojado, pero solo es la clara evidencia del gozo que penetra sus venas.