E X T R A. Harry y Gracie

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Harry

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Harry

Jamás hubiera pensado que mi suerte cambiaría de repente, pasando de totalmente deplorable a dejarme caer en la cocina en el momento justo en que veo a Gracie salir apresurada del sótano. Pero aquí estoy, viendo como ella ni siquiera se da cuenta de mi presencia mientras cierra lentamente la puerta, como si quisiera pasar desapercibida. Pero para mis ojos, es la mujer más hermosa del planeta. Está jodidamente loca, pero su locura es tan adorable que por momentos siento que pinta ―Jesús, que cursi va a sonar― de rosa todo mi mundo. Y ni siquiera me gusta el rosa.

De repente mi apetito cambia, el hambre que hace dos segundos tenía cambiando a una dirección completamente contraria a la comida. Se me antoja otra cosa y la tengo justo frente a mis ojos, pero para ella... es solo un tira y afloja. Nunca sé qué esperar de ella, si va a querer lanzarme su pesada mochila a la cabeza o me mirará con esos ojos marrones de cachorrito para pedirme algo. Pero para un idiota como yo, cualquier tipo de atención de su parte me hace feliz. Un tonto enamorado de la chica que piensa que todos los hombres son iguales y decide rechazarlos por igual.

Y para colmo, estoy tan malditamente mal de la cabeza que incluso eso... me gusta.

No me muevo mientras la veo respirar aceleradamente, su pecho subiendo y bajando con rapidez. Sus manos tiemblan en la perilla de la puerta y su mochila mal puesta amenaza con caerse de su hombro. Entonces noto su perfil, sus mejillas sonrojadas y su cabello ligeramente desordenado como... si hubiera pasado sus manos por él una infinidad de veces.

Entonces hay sonidos detrás de la puerta del sótano. Sonidos que he escuchado antes, sonidos que inevitablemente dejarían a cualquier chico con las hormonas encendidas totalmente duro.

Mis cejas se levantan por la sorpresa, pero entonces la boca de Gracie se abre con un jadeo y sus ojos se cierran mientras su cuerpo se encorva como si se estuviera protegiendo.

―¿Gracie? ―susurro, de repente preocupado por lo que esté sucediéndole. Quizá solo interpreto mal lo que está pasando ahí abajo y ella fue agredida. Si Donovan le puso una mano encima, juro que...

―¿Harry? ―dice, con un extraño tono de voz. Hay un poco de agonía tiñendo sus palabras, y estoy seguro de que he visto cruzar algo por sus ojos, algo parecido al deseo. Pero eso no puede...

Se da la vuelta por completo, pegando su espalda contra la puerta mientras sus piernas inestables hacen un esfuerzo por mantenerla de pie. Sus pezones están altos y puntiagudos, presentándose frente a mí como una ofrenda que, carajos, se me hace casi imposible no apreciar.

Dando un paso adelante, pretendo brindarle ayuda, pero por el respingo que da hacia atrás, pegándose más a la puerta, y la respiración brusca que da, decido quedarme en mi lugar. Hay algo que no está bien en ella. En su expresión, en la forma en la que su cuerpo se comporta. Jamás la había visto de esta manera y mi mente tarda en procesar la información nueva.

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