C U A R E N T A Y D O S. Esto somos.

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Donovan Hunter

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Donovan Hunter

Verla sucumbir a sus demonios me destruye. Hace que mi corazón recién despierto se deteriore como nunca y mis sentidos se estimulen para activar todas esas partes peligrosas y agresivas de mi. Protegerla fue mi primer pensamiento, luego fue la destrucción la que segó mi vista, pero ella, con su dulce voz desesperada, me mantuvo lo suficientemente cuerdo para darme cuenta de que le servía más estando con ella, protegiéndola con mi gran cuerpo, que empezando una pelea.

Que, me doy cuenta, solo era para callar mi propia rabia.

Tocaron lo que es mío. Intentaron aprovecharse de ella.

Otra vez.

Y yo no estuve ahí para evitarlo.

A veces solo me pregunto si realmente soy el indicado para ella. Pero luego, la vocecilla de mi bestia, oscura y ahumada, me recuerda que no hay ninguna jodida manera, o excusa, que me haga alejarme de ella.

Y carajos, tiene toda la maldita razón. Es algo imposible. Deberán hacer algo más que matarme para alejarme de ella porque, Dios me perdone, moveré cielo y tierra para protegerla desde donde sea que vaya. No mentí cuando dije que todo de ella es mío. Tomaré sus demonios, sus pesadillas, y cada rastro inexistente del hombre que dejó una huella en su piel, y los haré pedazos. La inundaré de mi. De mi aliento, de mi jodido tacto y de toda mi puta esencia. Se sentirá tan sobrecargada que me pedirá por favor que me detenga, pero ya será tarde para ello. Querré mas hasta que me sienda satisfecho, aunque sé en mi puto interior que eso nunca pasará.

Mi obsesión por ella sobrepasa límites. Mi posesividad con el tiempo crece a niveles peligrosos, ¿pero qué más puedo hacer si con sonreirme me tiene queriendo arrodillarme a sus pies? Su risa hace que mi maldito corazón explote y mi alma se llene de luz. Todo mi oscuro mundo se tambalea con sólo posar sus ojos en los mios. ¿De qué manera puedo luchar, enfrentarme a ella, para que deje de causar tanto revuelo en mi interior?

No. Puedo.

Sin embargo, mi ratoncito sufre más de lo que quiere admitirme. Sé lo que cruza por su mente, lo que siente su cuerpo, porque es exactamente lo que me pasa a mi. No se mucho de lo que realmente la atormenta, pero he visto el asco y las náuseas cuando me ha suplicado que la ayude. Sus lágrimas se sentían como si fueran de sangre por la enorme herida tiñendo su mente. Los recuerdos fueron atroces, jamás la había visto tan destruida y al borde del colapso. Esta vez, su miedo fue mucho peor que las anteriores veces, y como si fuera poco, me comporté como un jodido neandertal mientras intentaba quitarle el dolor... y el mio.

No pude contener mi rabia y la impotencia de no poder hacer nada para vengarla, pero por ella me encadenaría a una pared si eso quiere. Me suplicó que no hiciera nada más que llevarla conmigo y la haga olvidar. Mi bestia quería luchar, romper narices, hacer crujir huesos y desfigurar rostros. Quería ver sangre como si fuera mi último deseo antes de morir.

Furia ilegalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora