E X T R A. 2

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Harry Thomas Green

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Harry Thomas Green

No hace falta decir que a pesar de la molestia bullendo a fuego lento en mi interior, me la pasé pensando en Gracie toda la jodida noche después de verla correr lejos de mi.

Reviví cada momento, y me encantaría pensar que le di sentido a todo, pero mentiría. En lo único que pude enfocarme fue en su pequeño cuerpo, en mis manos aferradas a su cintura como si fuera lo único que me mantiene cuerdo y en sus labios.

Y joder, su boca. Su boca se llevo todo el protagonismo. Tanto que soñé con ella.

Soy un caballero, pero no tengo poder cuando se trata de dormirme y soñar con ella toda la noche. No puedo manejar esas cosas si se ponen un poco... subidas de tono. Y que me parta un rayo si me voy a arrepentir al final de soñar con ella, porque cada una de las imágenes que invaden mi mente son de esa única jodida noche que pude probarla. Que la tuve para mi, que abri sus piernas, las envolví en mi puto cuello y me di un jodido festin con su coño.

¿Cómo podría dejar de revivirlo?

Si no fuera porque la vida sigue fuera de mi habitación, me encerraría y viviría en el mundo de las fantasías. Pero entonces recuerdo que ella está ahí afuera, esperando el día que deje de molestarla y me aleje para poder hacer desaparecer su gusto culposo por mi, pero ni en mis más oscuras pesadillas va a pasar.

Voy a estar ahí, recordandole cada maldita mañana que sigo pendiente a ella como un hombre necesitando su próxima dosis, ansiando el día que deje de negar la conexión que estalla cuando estamos cerca.

Voy a hacer que todas esas dudas se evaporen, no importa de la forma que sea. Si convenciéndola con palabras o cogiéndola tan fuerte que en lo único que pueda pensar sea en su amor por mi.

En mi cabeza suena endemoniadamente fácil.

Pero Gracie... no es fácil en lo absoluto. Maldita. Sea.

Voy a ganarmela.

No porque sea un juego ni un desafío... aunque quiero jugar con ella y desafiarla a más no poder.

Pero es más que eso.

La quiero para ser mía. La quiero porque es lo que ansía mi puto corazon humoristico y mi sudoroso cuerpo deportista.

Caí desde que la vi por primera vez con Skyler. No tuve opción, no tuve elección. Fue verla ahí, diminuta, adorable, con ese cabello que brillaba y me pedía a gritos acariciarlo. Fue como si algo tirara de mí y me rogara que me acercara y fuera parte de su mundo.

Todo lo que vi fue a ella y tuve el repentino deseo de escuchar su voz, tener sus ojos en mí y ser todo lo que rondaba su mente.

No es mucho pedir.

Furia ilegalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora