T R E I N T A. Este es él

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Skyler Snow Thompson

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Skyler Snow Thompson

Se sienten como horas hasta que logro recomponerme, aunque son solo unos pocos minutos. Mi cuerpo se relaja tanto que por un momento me pregunto si mi cerebro sigue funcionando después de ese orgasmo tan potente, porque no hay nada en mi mente.

Absolutamente nada. Solo... respiro y disfruto sentir su brazo rodeándome, su calor abrazándome, su cuerpo pegado al lado mío mientras su respiración lenta y constante choca contra mi cuello. Su rostro enterrado en el hueco entre mi garganta y mi hombro me da un poco de cosquillas y, a la vez, consigue que las mariposas retomen su baile dulce y alegre en mi estomago.

Me encantaría estar el resto de mi vida así, sin preocupaciones, ni demonios, ni miedos. Solo felicidad eterna para dos almas torturadas que merecen un poco de ese cielo donde solo existe la paz.

Es embriagante.

―Todavía tengo tu sabor en mi boca. ―susurra, de repente.

Apenas lo escucho, y aun así mi piel se ruboriza sutilmente cuando mi mente logra procesar lo que sale de sus labios pegados a mi piel. No lo espero, pero mi piel pica con consciencia.

―¿Uhm?

El recuerdo de su lengua limpiando todo el rastro de mi orgasmo directamente de mi sexo hace que el rubor aumente en mis mejillas. Me encantaría decir que me excito con lo que dice, pero me ha dejado malditamente seca. Quizá si me lo dice en una hora...

A quien engaño, más palabras así de sensuales saliendo de su boca y me tendrá corriendo en solo dos jodidos segundos sin siquiera tocarme.

Disfruté tanto verlo buscar papel húmedo para limpiarme su corrida en mis muslos que apenas me di cuenta que no me había limpiado el coño hasta que abrió mis piernas de un tirón e hizo que su lengua se encargara de ello.

Mierda, mis caderas están retorciéndose ante el recuerdo. No puedo evitarlo.

―Sabes tan jodidamente bien ―termina con un suave ronroneo que se desliza por mi cuerpo, dejando un rastro de fuego que me enciende.

―Me hubiera gustado tenerte en mi boca también, pero lo limpiaste.

―La próxima te haré recogerlo con la lengua directamente de la fuente.

―Uhm...

Es difícil decir algo más que suaves sonidos afirmativos. Quiero hacer eso, hacer lo que me exige como hombre de las cavernas que adora usarme a su antojo porque aquí estoy para él, dispuesta a eso. Aunque suene anticuado, y a pesar de que nunca hubiera imaginado que me gustaría ser controlada, quiero que me vea a los ojos y me ordene exactamente lo que quiere que haga con esa voz pesada, ronca, que retumba en un grave gruñido desde el fondo de su pecho.

Mi piel se eriza ante el recuerdo y mis vellos se ponen en punta, mi cuerpo deleitado por lo hermoso que es sentir el placer, la excitación, la lujuria... que otra persona causa en mi y se encarga de saciarla.

Furia ilegalWhere stories live. Discover now