V E I N T I N U E V E. ¿Qué querías decir con que soy magnífico?

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Skyler Snow Thompson

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Skyler Snow Thompson

―Carajos.

Un siseo lo suficientemente cerca me hace despertar de golpe, con el corazón latiendo a mil en mi pecho. El susto disparándose a velocidades exageradas me hace incorporar casi de un tirón mientras escucho los suaves gruñidos roncos de Donovan al intentar moverse por la habitación. Todo está oscuro, su silueta dejándose ver apenas entre la negrura envolviéndonos.

―¿Estás bien? ―pregunto suavemente, y por el sonido que sale de él, es posible que lo haya asustado un poco. ―Donovan ¿qué haces? ¿Qué hora es?

Mis ojos lo siguen, y aunque es difícil ver en tanta oscuridad, logro dar con él. Su impresionante figura se ve tensa, más grande de lo que normalmente lo hace. Sus músculos abultados se ven intimidantes, como una enorme bestia escabulléndose en la oscuridad que viene a cobrar todos tus malos actos. Me muevo, sin aliento por lo sexy que es eso en mi cabeza mientras la necesidad hace que mi piel pique por una pizca de su atención.

―Vuelve a dormir, ratoncito. ―es brusco mientras lo dice, y por la forma en la que se mueve en la habitación y se tropieza, pienso que el malhumor es lo que lo mantiene despierto.

―Primero dime que sucede. ―bostezo e intento acurrucarme en el lugar exacto en el que él estuvo, ignorando la punzada anhelante de mi cuerpo. Se siente caliente y su silueta sigue impresa en el colchón, No hay mejor manera de sentirlo que esta, incluso cuando se ha alejado. Todo huele a él. Es adictivo.

―No puedo dormir. ―gruñe.

Me encantaría sorprenderme, pero nada de esto me parece extraño. No es la primera vez que se levanta en medio de la noche porque sus demonios vuelven a perseguirlo. Mi corazón llora por la pena de no poder hacer nada para ayudarlo más que dejar que descargue las emociones que lleva dentro con algo de agresividad con el saco. Normalmente, un par de caricias y besos logran apaciguarlo hasta que se vuelve a dormir, pero no siempre funciona. Es su realidad, la de ambos, y lo intentamos sobrellevar de la mejor manera para no volvernos locos.

―Voy a entrenar. ―dice con un graznido, pero dudo que sea para mi. Se escucha tenso, enojado, su bestia al límite mientras intenta suprimir el poder de sus demonios. Hay rabia en cada movimiento brusco que hace, puedo escucharlo a medida que recorre la habitación y tira cosas al suelo para encontrar lo que sea que busca.

―Está bien.

Mi parte femenina desea tentarlo a volver a la cama, incluso podría incentivarlo a relajarse con una mamada, pero sé que solo funcionará por unas horas. Algo que aprendí de él es que sus demonios nunca se alejan mucho tiempo, no importa lo que haga. Y últimamente, parece que todo ha empeorado porque es la quinta vez en la semana que se despierta agitado, con la rabia desprendiéndose a raudales de sus poros y una energía destructiva envolviéndolo.

―Vuelve a dormir.

Moviéndose hacia la puerta, la preocupación me abarca. No quiero que sufra solo, pero no quiero ser tan entrometida. Se ha encargado de sus demonios desde que tiene memoria y lo ha hecho junto a la adrenalina que le da el saco y la descarga de energía que le da el ejercicio. ¿Por qué cambiarlo si es una forma sana de sentirse mejor?

Furia ilegalWhere stories live. Discover now