Capítulo 20: Las garras del León

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Los ojos de Atenea se recorrían de arriba abajo en el espejo frente a ella. Le costaba creer lo que veía, no era por decir que estaba irreconocible, pero negarlo sería mentir, especialmente luego de haber pasado por las manos de Rose y Vett mientras se preparaba para la noche que se avecinaba.

Una traicionera brisa helada entraba por el ventanal de la habitación, que permanecía abierto, mostrando orgulloso a la ciudad del amor en su horizonte. La torre Eiffel estaba iluminada de pies a cabeza esa noche de verano, parecía que cortaba la noche entre los demás edificios. En otra ocasión, a Atenea le habría encantado pasear por los campos elíseos, pero esa noche ni siquiera quería estar en París.

-¿Dónde dejaste el arnés, Parker? -preguntó Vett poniéndose de pie frente a ella, ya había terminado de pintar las uñas de sus pies.

-Está en la maleta gris, al lado derecho del todo -Atenea señaló dicha maleta con la barbilla. Lo que Vett necesitaba era el arnés donde irían un par de dagas para que Atenea las usara en caso de emergencia. No hacía falta decir que ninguna quería que ocurriera una emergencia.

Dicho arnés iba justo sobre la espalda baja de Atenea, abrazado a sus caderas, bien firme contra su piel. Cargaba con dos dagas ligeras, tan pequeñas como un billete de un dólar, y tan letales como las garras de un búho, el cuerpo de la chica se retorció cuando las frías hojas descansaron contra su piel caliente.

Atenea estaba inquieta, eso era obvio. Las pocas veces que se habían aventurado en trabajos sin la compañía de Rachel habían sido por situaciones pequeñas en las que no importaba un cambio de planes o un pequeño error imprevisto en el último minuto. A diferencia de esas ocasiones, esta vez no existía el margen de error, tenía que salir perfecto. Y si no salía perfecto Atenea sabía que, al menos ella, no regresaría a casa.

-Parece que hoy no dejas de pensar -susurró Vett y clavó sus ojos en los de Atenea. Conocía a su amiga lo suficiente como para leer sus pensamientos a simple vista.

-¿Y cómo podría no hacerlo? -masculló esta mientras apartaba la mirada, centrándose en la noche parisina fuera de su ventana, tan ajena, tan inocente en comparación.

-No pienses en como Gastón te arrancará la cabeza si se entera del plan -terció Vett, en un vil intento de animarla.

-Eres retorcida, Soul -dijo Rose desde el otro lado de la habitación, dónde tenía un maletín blindado frente a ella. Sacaba el equipo de localización que pondrían en el vestido de Atenea, eran un par de pequeñas placas de metal apenas visibles.

-Lo sé.

Atenea esbozó una ligera sonrisa, sentía sus labios más pesados que de costumbre. Quizá era por la tensión que recorría su cuerpo, dejándola rígida por momentos. No era una miedosa, por el contrario, se consideraba bastante temeraria cuando se trataba de enfrentarse a nuevos retos. Aunque en ocasiones, el miedo lograba picar un poco a su puerta, pero su terca cabeza le impedía rendirse no importaba la situación, y esta noche sería igual, no dejaría que un par de pensamientos intrusos lograran hacer mella en ella durante la misión tan crucial que tenían por delante.

No era como que vengaría a Rachel por lo sucedido los días atrás, eso era entre su amiga y los rusos, y así como Rachel no quiso su ayuda anteriormente, ella no se la ofrecería ahora. Esto era simplemente un mal necesario en esa situación, Atenea prefería meter la nariz indirectamente, y no había mejor manera que esto.

Le dejaba un amargo sabor en la boca, pero su instinto le decía que se mantuviera al margen todo lo posible.

-Parker, ¿estás lista? -la voz de Rose la sacó de sus pensamientos.

Cold Blood Secrets (Actualizaciones Lentas)Where stories live. Discover now