Capítulo 17: Dos abajo, quedan tres.

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Ambas mujeres se quedaron mirando la puerta envueltas en un silencio cargado de confusión. Viollet volteó la cabeza para ver a Rachel, quien se veía aún más perdida que ella, con las cejas fruncidas y los labios entreabiertos. Aprovechó para recorrerla con más atención.

Notó los cortes en su cuello, las marcas moradas en el límite de su blusa de cuello alto, justo tras las orejas. Por su cabeza también se extendían patrones púrpuras bajo los cortos cabellos rubios, al igual que pequeñas líneas de sutura. Sus labios, su nariz, rotos.

Tenía una ceja partida y un par de puntos en su pómulo izquierdo, podía ver la sangre seca aún alrededor de las heridas y sabía que bajo su ropa debían de haber aún más. Rachel siempre tenía algo más que ocultar.

— ¿En qué piensas? – preguntó Viollet cuando la vio tan absorta en la puerta. Rachel tardó un instante en voltear a verla.

— ¿La verdad? –alzó las cejas, Viollet asintió instintivamente –, no tengo idea de qué decirles cuando lleguemos a casa –dijo Rachel y dio un sorbo a su brandy color ámbar.

— ¿Tan malo es? –Viollet arrugó la frente.

—Para mí lo es, para ustedes no –le respondió.

Viollet tragó en silencio y se concentró en lo que estaba haciendo, el maldito código ese la estaba por volver loca y si acaso llevaba decodificadas un par de líneas. De vez en cuando levantaba la vista para mirar a Rachel, quién seguía con la cabeza perdida en algún lugar muy lejos de ese salón de altas paredes blindadas y ventanales inmensos en el que estaban.

— ¿Y tú? –preguntó Rachel al cabo de un par de horas, su voz no fue más que un murmuro –. ¿Ya tienes algo? –la miró, aquel par de ojos negros parecían opacos, desgastados. Viollet levantó la cara y se quitó las gafas, en su nariz quedaron las pequeñas manchas rojas de la presión que ejercían sobre ella los marcos de plástico.

— ¿La verdad? –preguntó ella esta vez y Rachel esbozó una sonrisa cansada, como toda ella –. No sé lo que tengo, son oraciones sin sentido, y es verdaderamente frustrante –dijo Viollet, pasando sus manos por su cara.

—Déjame verlas –Rachel bajó sus piernas de la mesita del café y dejó su vaso vacío en ella. Giró la silla de cuero hacia el escritorio y pidió a Viollet sus apuntes.

Viollet rebuscó entre las hojas en el escritorio hasta que dio con la que buscaba.

—Lo siento si no puedes entender muy bien, escribo muy ilegible cuando tengo prisa –se ruborizó un poco al entregarle la hoja a Rachel, quien la tomó con el entrecejo fruncido. Viollet podía ver como sus ojos se movían de un lado a otro sobre la hoja, sabía que su letra no era perfecta pero vaya, nunca le había sentado tan mal que alguien no pudiera entender su escritura.

Nous le savons... –susurró Rachel y su ceño se profundizó aún más; Viollet tragó y siguió con su laptop –. Si vous ne pouvez pas, la mort vous embrasser –leyó –... Dis–lui que je l'attends –Rachel sintió como si de repente Vancrussen estuviera golpeando su estómago de nuevo, sacando todo el aire de sus pulmones.

Miró a Viollet y su computador. Definitivamente ella no debería terminar con ese código binario.

—Supe que hubieron visitas –dijo Rachel y dobló la hoja sobre su regazo, esperando por la reacción de Viollet. Escuchó como las teclas dejaron de cliquear y su amiga levantó la vista de nuevo, notó el ligero temblor de su labio inferior y como sus pupilas se estrechaban en sus ojos verdes.

Cold Blood Secrets (Actualizaciones Lentas)Tahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon