Capítulo 18: Gastón DeVereux

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El reloj del salón marcaba más allá de la media noche.

La chimenea estaba encendida.

El whisky ámbar tintineaba en los vasos.

—¿Estamos en el anticipado velatorio para tu funeral, Black? –dijo Vett luego de darle un trago a su vaso y viendo a su amiga con una ceja enarcada –. ¿Nos tendrás aquí hasta que te pudras tú, o nosotras? –terció de nuevo.
—Amo la manera en que el whisky te quita las inhibiciones, Soul –dijo Rachel y de un solo trago, bebió todo el contenido de su vaso. Lo depositó en la mesita del centro y subió las piernas al sofá para meterlas bajo su cuerpo.
—Tres horas en silencio también tienen el poder de desinhibirme –respondió ella, mantenía su posición en el sofá de cuatro plazas al lado de Viollet, con los brazos cruzados sobre el pecho y el ceño fruncido hacia Rachel.
—Las toneladas de secretos que tengo también lo hacen, ¿no? –dijo Rachel clavando sus ojos en los de ella.

Vett tragó y le mantuvo la mirada un par de segundos antes de desviarla, incómoda. Sus ojos verdes pasearon por todas sus amigas, nerviosos, antes de bajar hacia el vaso de whisky que sostenía en sus manos.

—Debo admitir que me moví por una corazonada antes que otra cosa –dijo al fin, luego de veinte minutos en silencio luego del enfrentamiento con Vett.
—Gracioso que ahora tengas corazón –masculló Atenea por lo bajo.
—No he dicho que lo haga –respondió Rachel mirándola. Atenea sonrió levemente –. Deambulé bastante tiempo buscando una pista de ese hijo de puta, y cuando la encontré no pude evitarlo, tenía que ir a por él, tenía que arrancarle la vida que me debía de las manos, tenía que hacerlo yo, y tenía que hacerlo sola –dijo, paseando la mirada sobre las mujeres que estaban con ella en un salón que no les pertenecía, bebiendo whisky que no era de ellas, con una libertad que ninguna merecía. Un par de cabezas asintieron, el resto guardó silencio.
—¿Por qué? –preguntó Rose en un susurro.

Rachel suspiró, ¿cómo revelar uno de sus secretos sin revelarlos todos?

—Tenemos muchos esqueletos en el clóset, Stark, este era simplemente uno de ellos –Rachel se encogió de hombros. Sabía que sus respuestas no iban a ser suficientes.
—Todas tenemos esqueletos en el clóset, y ninguno nos ha hecho actuar como suicidas –respondió Stark, tenía sus ojos fijos en Rachel.

Más silencio.

—Todo lo que he hecho lo he hecho por ustedes –dijo Rachel. Vett rodó los ojos, bufando en sorna.

—¿Por nosotras? –terció Atenea. Estaba sentada en el sofá frente a Rachel, de piernas y brazos cruzados.

Rachel despegó sus ojos del fuego de la chimenea y los clavó en Atenea, brillantes y amenazantes.

—Sabía que el whisky tenía algo que ver con tu repentino deseo kamikaze, Parker –masculló Rachel entre dientes, distinguiéndola con aquella palabrita que estaba empezando a odiar.
—Tiene que ver contigo; créeme, el whisky no tiene nada que ver aquí –respondió la chica de los ojos grises.
—¡Qué noble alma! –exclamó Rachel empuñando las manos, notó como la mirada de Atenea bajó de su cara hacia sus manos, una felina sonrisa cruzó por sus labios.

—Olvídalo Rach –dijo Viollet y fulminó a Atenea con una mirada de sus ojos verdes.

—No olvides que también soy fiel –dijo Atenea con un ademán de su mano izquierda, estirando y encogiendo los dedos alrededor de su palma con vagancia.

—Y eso te va a matar –respondió Rachel con media sonrisa en sus labios.

—Ni se te ocurra responder, Parker –dijo Rose señalando a su amiga, mirándola fijamente a los ojos, después de asegurarse que no iba a hacerlo, la cara de Rose se giró hacia Rachel –. Creo que lo mejor sería que empezaras a hablar –le dijo.

Cold Blood Secrets (Actualizaciones Lentas)Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt