Capítulo 13: vs. Krumen. (Enemigo, gilipollas.)

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El aire se cargó de tensión al tiempo en que la segundera del reloj de pulsera de Rachel desaceleró un poco, dándose el lujo de burlarse de las ironías, su respiración se aligeró en conjunto con las pequeñas ráfagas de viento que entraban por las ventanas abiertas del localillo. Identificaba un cambio de aroma en el ambiente, la fuerte y embriagadoramente asquerosa fregancia de la colonia masculina le hizo arrugar la nariz para no estornudar su cerebro fuera de su cráneo.

Escuchó una serie de pasos detrás de su espalda, pasos pesados, pasos torpes, pasos de hombre, pasos de algún imbécil que osaba a creerse más mortal que un Black; la tranquilidad con la que los zapatos parecían chocar contra el suelo, hizo que su sangre se disparara hacia sus sentidos, poniéndola en alerta (y enojo) inmediato. Aquellos pasos en la pasarela mortal se detuvieron justo detrás de su cuerpo, la mano que sostenía el arma se apretó con más fuerza alrededor de la culata y los nudillos se tornaron blancos por la fuerza a la que estaban sometidos, nadie iba a girarle el tablero en su propia partida.

-Eso puedes decírmelo tú, Rachel -la voz que pronunció esas palabras tardó un par de segundos en ser asociada a una cara de las que rondaban la memoria de Rachel, ella esbozó una sonrisa. Un tigre tenía su juguete favorito, y un cazador siempre sabía usar bien su anzuelo.
- ¿Me dejas voltearme y no me vuelas la cabeza, querido? -respondió ella con burla, sintió la fría boca del cañón de una pistola contra su nuca y siguió sonriendo, tensando un poco su cuerpo, su pulso corrió desbocado por sus venas, enrojeciéndole las mejillas. El chico frente a ella se estremeció y de sus ojos cayeron más lágrimas mientras ella lo miraba fijamente, seguía con la mirada esas gotas de sal que resbalaban escapándose de las mejillas morenas -. Eh, bien, pero deberías ser un poco más amable si quieres que comparta la cama contigo, no le voy a la dominación -se quejó con el ceño fruncido, parte de su papel, y terminó de arrodillarse en el frío suelo, ambas rodillas hacían contacto con la cerámica y las oportunidades de que el tigre jugueteara tras el juguete hasta un mejor blanco se vieron repentinamente reducidas.
-Fui entrenado para nunca cruzar palabra con un Black, solo hay que dispararles -respondió el hombre y quitó el seguro al arma para amartillarla. Rachel dejó escapar un ligero suspiro por entre sus dientes, haciéndolo sonar como un débil silbido. El chico se estremeció de nuevo, parecía que eso era lo único que hacía bien, temblar de miedo; ella rodó los ojos y sonrió con burla.
- ¿Tú crees? -dijo ella y volteó un poco la cabeza para mirarlo sobre su hombro, aquella odiosa sonrisa aún se encontraba en sus labios y en lo personal, ella no quería borrarla. El hombre centró su atención en el movimiento de su cabeza e ignoró su brazo izquierdo colándose a través de su pecho, Rachel puso el arma bajo su axila derecha, lista para dispararle a Sir Noah Vancrussen, un viejaco ruso de mierda que creía ser alguien de valor en la lista negra de la CIA como lo era ella, pero vaya que estaba en los últimos eslabones de esa cadena alimenticia.
-Ya veo porqué a nadie le agradas -terció el hombre con una mueca de desdén, ella notó como el hombre perdía interés en seguir apretando el arma contra su nuca, empuñó su Glock y los dientes del gatillo le cosquillearon en el dedo índice de su mano izquierda. Si fallaba, le debería cincuenta grandes a Vett, y no dejaría que eso sucediera.
-Oh, alteza, yo le agrado a muchas personas -rió ella y lo miró a los ojos -, claro, creo que todo el mundo está de acuerdo contigo -se encogió de hombros ligeramente -, y la CIA, y la Interpol, y la mayoría de gobiernos alrededor del mundo, también mis padres -hizo un puchero, la cara de Vancrussen cambiaba de colores, repleto de ira -. Pero debo decir que tu hijo no dijo eso la noche anterior -una sonrisa granate, cargada de tan característica insinuación sexual, se adueñó de los labios de Rachel y la furia chispeó dentro de los ojos azules del ruso.
-Deberías cerrar la boca antes de que te dispare en ella -gruñó el viejo, por la comisura derecha de su boca se podía ver saliva, como si fuera un perro rabioso. Ella sonrió y se lamió los labios, estaba a punto de lograrlo, su lado kamikaze deseaba furiosamente que le volara el cráneo de un disparo, mientras que su otra parte quería ser ella quién se lo volara.
-Oh, ¿pensabas dispararme? -ella borró todo rastro de diversión de su faz, cambiando las chispas en su mirada por opacos trozos de carbón antiguo -. Es que dicen, que los hijos son como sus padres, y bueno... Yo soy una persona llena de curiosidad -dirigió su mirada un segundo a la pretina de sus pantalones para subirla de nuevo a aquellos ojos furiosos. Vio una sombra de arrebato sexual pasar por ellos y el brazo del hombre se relajó un poco y ella notó el cambio en los pantalones de vestir color caqui. "Puto capullo" -rió en su mente.

Cold Blood Secrets (Actualizaciones Lentas)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora