Capítulo 14: "¿Y qué es lo que quieres? ¡Joder!"

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Ella sabía que lo que estaba haciendo era digno de alguien completamente descabellado, aunque, siendo honestos, ella era una descabellada. Y no precisamente por lo que estaba a punto de hacer, sino porque de veras iba a hacerlo.

Con una honda respiración borró su mente, dejándola en blanco para prepararse para lo que haría a continuación. Su pie se mantenía sobre el pedal del acelerador, moviendo el auto con extremo sigilo entre los altos edificios de ladrillos que yacían abandonados en esos lados de la ciudad. No quería llamar la atención de los tipos. Todavía.

-Jodeeeer... -susurró al tiempo que aparcaba el auto tras un par de contenedores de basura, los cuales estaban a rebosar de mierdas. "Voy a matar a esos idiotas" -pensó cuando un escalofrío le erizó la piel. Vaya que se vengaría de sus hermanos.

Ya se había enfrentado a los dichosos rusitos una vez hacía un par de años, pero no estaba sola, tenía a dos de sus hermanos mayores con ella. Hoy no, hoy tendría que ser ella sus ojos, oídos y su munición.

El ambiente se respiraba con sospecha, tensión, y una inusual sensación de quietud se podía saborear entre los edificios; nada normal en un lugar como ese, tan tenebroso. No auguraba nada bueno en definitiva.

Rachel se inclinó hacia el asiento del copiloto para tomar sus arneses y sus armas, de los que se había deshecho un par de paradas antes de bajar en la gasolinera. Las balas clavadas en el estómago del malnacido de Vancrussen eran dinero que no iba a volver a sus manos nunca, y oportunidades que podría necesitar si las cosas se salían de control con el resto de su pandilla. O sea, oportunidades que ya no existían.

Aún no se sentía acorralada, sabía que en ese momento aún podía girar el Lamborghini negro y sacar su buen culo de ahí, pero eso sería cobardía "Honor sobre sangre" recordó. Y ella no era ninguna cobarde. William y el moratón que tenía en la cabeza le ayudarían a atestiguar. Y ni hablar del salón de la fama del Infierno.

Sintió aquella sombra sobre su hombro de nuevo, la presión se adueñó de su pecho casi al mismo instante.

La vibración de su teléfono en su bolsillo la hizo parpadear y dejar de ver el reflejo de sus ojos en el retrovisor. Dudó un instante antes de sacarlo de su bolsa, y dudó aún más al ver el nombre del contacto parpadeante en la pantalla.

-Black -dijo. Seco e inexpresivo, justo como ella, no dejaría caer sus líneas en ese momento.
-¿Dónde estás? -la voz de Atenea le habló del otro lado de la línea con extraña emoción, lo que hizo que los músculos de Rachel se tensaran.
-Camino al Norte -respondió ella, la adrenalina había aumentado en su torrente sanguíneo. Arrugó la frente y verificó el perímetro con la vista, buscando indicios de su compañía. De repente se sentía observada, y no precisamente por el enemigo.
-¿De veras? -el timbre irónico en la voz de su compañera la hizo empuñar las manos al tiempo que localizaba un vehículo negro de matrícula conocida por el retrovisor.
-Parker, más vale que esa ironía que escucho no sea cierta -advirtió Rachel y apretó los labios, tomando el francotirador del asiento del copiloto para bajar del auto. Tomó la manilla de la puerta y se quedó esperando una respuesta de su compañera.

Atenea sentía la sangre romper en carrera dentro de sus venas, haciendo que el aire se volviera algo más difícil de respirar. Joder, si la cagaba ahora se iba a llevar una muy buena en cuanto ambas llegaran a la casa más tarde.

-¿Y qué si no lo es? -preguntó, enarcando una ceja como si Rachel estuviera de pie frente a ella.
-No te conviene averiguarlo -respondió la voz de Rachel. Sonó muy tenebrosa, por cierto. Un escalofrío subió por la espalda de Atenea.
-Anda, prefiero saberlo. Así tengo en cuenta que necesito huir -dijo. Apostando todo.

Cold Blood Secrets (Actualizaciones Lentas)Where stories live. Discover now