Capítulo 10: ¿Traición o despiste?

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Rachel salió de su habitación luego de darse una larga y merecida ducha de agua caliente. Agradecía que la inglesita ya no estorbara más en su camino, y estaba lista para empezar a hacer reportes y avances de las misiones, porque sí, era trabajo después de todo.

Al entrar a la sala de estar, cinco pares de ojos curiosos la voltearon a ver y la siguieron mientras cruzaba la habitación para abrir las puertas de vidrio corredizo de una de las paredes, para dejar entrar la fría brisa de la ciudad. Metió las manos en los bolsillos de su abrigo, haciendo que sus hombros se cuadraran un poco.
El resplandor plateado de la luna, creaba una larga silueta en la gran habitación iluminada solo por el fuego de la chimenea, que se alargó un poco más cuando Rachel volteó a verlos sobre su hombro.

-William, agradecería que nos dejaras solas -dijo clavando la mirada en el hombre de traje que se estaba bebiendo un whiskey escoses en el sofá de cuero.
-Por supuesto, las mujeres de negocios deben hablar de negocios -dijo con media sonrisa y se levantó del sofá, moviendo su musculado cuerpo hasta la cocina.

Rachel esperó hasta que la sombra de William hubiera desaparecido de la cerámica color crema y miró a sus amigas, e hizo un gesto hacia afuera, al patio de césped perfecto y baldosas que había en la parte posterior de la mansión, quería alejarse de todos los posibles oídos que las estuvieran escuchando.

-Vengan, aquí afuera está perfecto -dijo y salió ella primero, caminando con sus pies descalzos sobre las frías baldosas de cemento blanco.
-Vamos, hay que aprovechar su buen humor -dijo Atenea levantándose del sofá en el que estaba sentada para seguir a su amiga afuera.

Las otras tres chicas tardaron un par de segundos más en seguirla, y cuando salieron al césped recién podado, Rachel ya hablaba en susurros con Atenea, viéndose algo irritada, para peores.

La ahora rubia se volteó hacia ella con cara de pocos amigos.

-Espero que no se hayan olvidado de que esto es trabajo -dijo Rachel y se cruzó de brazos, el brillo de la luna sobre las sombras negras de sus tatuajes hicieron que un escalofrío recorriera el menudo cuerpo de Vett.
-Por supuesto que no lo hemos olvidado -dijo la afectada, la voz le tembló y una ráfaga de viento le revolvió el cabello teñido de negro.
-Eso espero -Rachel asintió y sus ojos se dilataron en la oscuridad. Parecía un vampiro frente a un suculento cuello virgen.
-Sí, yo también -murmuró Vett y sintió como un escalofrío le subía por las piernas de nuevo, maldición, nadie lograba ser inmune a esa mirada negra -. ¿Por qué?.... -susurró arrugando la frente.
-Hoy, estuve con ellos -dijo Rachel, su voz salió profunda y algo rasposa -, y no quiero que ustedes caigan en sus encantos de adolescentes hormonales -les dijo, mirándolas una por una, las estaba evaluando en silencio, en su cabeza, donde siempre hacía las cosas mejor. En silencio, y con el amargo y dulce aroma a miedo rodeándola.
-Creo que ninguna está cerca, pero un poco de sexo nunca ha matado a nadie -dijo Rose cruzando los brazos sobre su pecho.
-No, aún nadie ha muerto -respondió Rachel clavando sus ojos en los de ella como dos dagas de obsidiana maldita. Rose contuvo la respiración -, pero eso no significa que no pueda suceder, Rose -dijo.

Rose sintió la fuerza de la directa amenaza, había visto muchas veces como Rachel cobraba venganza por la traición a su confianza a aquella estúpidas que se la habían jugado en la cama (o contra alguna pared en un bar, y ¿por qué no en el sofá de William Lannister?). Y sabía perfectamente que ella no quería ser la siguiente en la lista de "Souless"

Rachel sintió como la tensión se acumulaba entre ellas, por lo que dio un par de pasos atrás y se volteó de nuevo a enfrentar la luna que trataba de sobresalir entre las nubes negras.

-¿Acaso tú caíste y no quieres que repitamos tu error? -preguntó Rose, apostando todo.
-¿Acaso tú debes saberlo? -Viollet hizo tronar su voz desde detrás de su amiga -. No te metas con ella, Stark, conoces las consecuencias -susurró con la respiración desigual en el oído de su amiga. Rachel y Atenea tenían sus ojos clavados en ellas.
-Déjala, Viollet, a la plaza entran los que no le temen a los cuernos -dijo Rachel mientras empezaba a caminar por las baldosas hacia el interior de la casa, Viollet tiró del codo de su amiga para apartarla del camino de la chica -; hasta que el toro los desnuca de una cornada -dijo mirando profundamente a Rose antes de entrar a la casa.

Cold Blood Secrets (Actualizaciones Lentas)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora