Capítulo 25.

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El autobús me dejó a las afueras de la ciudad. Estaba en un barrio pequeño, humilde y acogedor. Las casas eran pequeñas; unas pegadas con las otras. Los jardines daban a la puerta trasera. Localicé una en concreto. Delante del buzón, había un peluche muy llamativo; Peppa pig.

Golpeé los nudillos en la puerta y esperé a que alguien abriera. Una pequeña niña asomó la cabeza. Al verme allí, con un pastel entre las manos, saltó de alegría y se abalanzó para abrazarme.

— ¡Freya!

—Hola, Marjorie.

Su dorado cabello estaba recogido en dos trenzas. Tiró de mi brazo, invitándome a que entrara en el interior de su casa. Lo hice, pero sentí vergüenza por no ser invitada por parte de su madre. Aunque no tardó en aparecer. Salió de la cocina preguntando quien había llamado a la puerta.

— ¿Quién es cielo? ¿Es tu hermano?

—No, mamá. Es Freya.

La mujer se acercó.

Su cabello era tan rubio como el de su hija; sus ojos eran tan claros como los de su hijo mayor.

—Buenos días —saludó, al darse cuenta que no sabía quién era.

—Buenos días, señora —tenía que presentarme. —Mi nombre es Freya —«estúpida, eso ya lo sabe.» —Soy amig...

No me dejó acabar.

—La novia de Ethan —Marjorie cogió el pastel que llevaba. —Me alegro de conocerte. Él habla mucho de ti...pero aún no había encontrado el momento para presentarnos formalmente. Siéntate, por favor.

¿Él hablaba de mí?

Sentí que el corazón en cualquier momento me dejaría de latir. Estaba muy nerviosa. Golpeaba mis rodillas por el simple hecho de que no era capaz de mirarla a los ojos. Su madre estaba siendo muy agradable conmigo. Con una desconocida. La novia de su hijo.

— ¿Has venido a jugar conmigo?

Sonreí.

—En verdad he venido a hablar con tu madre, Marjorie.

La pequeña entristeció.

Se llevó un trozo de tarta a la boca, y calló para vernos hablar.

—Tú dirás, querida.

Tenía que decírselo.

Pero educadamente.

—Sé que su situación económica no es muy buena —bajé la cabeza. —Ethan la ayuda. Y usted acepta trabajos que a veces son muy cansados y la aparta de su hija varios días. Quiero ayudaros de alguna forma.

Ella me escuchó atentamente.

—Hay una bru...—me mordió la lengua. Cogí una tarjeta que llevaba junto a mí. —Una mujer está dispuesta a darle un buen trabajo a su hijo. Él no quiere. Pero sé —sacudí la cabeza. —Estoy segura que si habla con Ethan, él aceptará el puesto de trabajo. Por favor —cerré sus dedos alrededor de la tarjeta de Débora—, tiene que decirle que lo mejor es que acepte.

—Pero...

Era su madre. Comprendía perfectamente que si Ethan no trabajaba para esa mujer...tendría sus motivos. Antes que dijera algo, me levanté del sofá, me despedí de ambas y salí de su humilde y acogedor hogar donde Ethan se crió.

La bruja ganó.

Pero Ethan también ganaría; Ayudaría a su familia.



NARRA ETHAN



Cerca de mi taza de café había una nota. Era de Freya, así que la cogí sin dudar. Daniel me dio con un trapo en la nuca al ensuciar la encimera de la cocina con unas miguitas de pan. Se tomaba muy en serio la limpieza diaria del apartamento.

Esto es un poco ridículo...muuuuy ridículo.

Sé que lo mejor era habértelo dicho antes de salir...pero no me he atrevido, Ethan. De ahí que esté escribiendo esto. ¡Te quiero! Y me quiero. ¿Parece una despedida, verdad? Pero no es así. Quiero terminar mis estudios. Deseo que tú estés mejor. Es por eso que me iré unos días con mi padre. Todo cambiará un poco, pero no tenemos que asustarnos. Pronto recibirás una llamada. Por favor, Ethan, di que sí.  TE LO SUPLICO.

Estás leyendo la carta más confusa del mundo; sin sentido; con falta de coherencia.

Lo entenderás pronto. Confía en mí.

ATT: La vecina que te ama.

Arrugué la carta.

De repente el teléfono sonó.

Era mi madre.

También había un mensaje de Débora.

¿Qué estaba pasando?  


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¡Mi vecino es stripper!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora