Capítulo 29.

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¿Qué si la conocía?

¡La conocía más que bien!

Era la loca que me apartó del lado de su hijo; la misma bruja que cerró la puerta de su enorme hogar en mis narices. Y allí estaba. Con un vestido corto de noche que llamaba demasiado la atención, apoyada en la barra con una copa.

Y estaba esperando a Ethan. Lo esperaba a él para ver uno de sus números de la noche.

Intenté avanzar sin decir nada, dándome cuenta que mis propios pies no caminaron ni un metro. El brazo de Ethan quedó alrededor de mi cintura, impidiéndome que hiciera una locura.

Tenía ganas de gritarle; de decirle que era una mala madre, y una bruja que no dejaba libertad a su encantador hijo.

— ¿Quién es, Freya? —preguntó con curiosidad.

—La madre de Byron —gruñí, y mis uñas se clavaron en la palma de mi mano. — ¡Esa mujer está más que loca!

Mi voz se elevó tanto, que la mano de Ethan tuvo que presionar sobre mis labios para callarme. Y yo quería salir corriendo, señalarle con el dedo e humillarla como ella hizo conmigo.

—Suéltame.

Pedí.

—No — ¿Se había vuelto loco? —Es una clienta. Si te dejo que vayas, pueden despedirme. Y tú sabes que necesito el dinero.

Aquello lo cambiaba todo.

— ¿Vas a permitir...

—Le he dejado las cosas claras. No quiero nada con ella, ni por una gran suma de dinero —miró a Daniel, y el otro asintió con la cabeza. — ¿Esto no es solo por mí, verdad?

Estaba desviando el tema.

—No te entiendo.

—Es por Byron. De alguna forma lo quieres proteger de su madre, y que mejor que atacarla en un lugar como este —apretó los brazos cruzándolos sobre el pecho. —Sé que hay cariño de por medio...

—El tema ex nunca se supera —dijo Daniel con una sonrisa que no me gustó para nada. Parecía que Ethan y él se lo contaban todo.

Aun así yo los ignoré.

—Tengo que contárselo a Byron.

—No. No es problema tuyo, podría perder mi trabajo.

Ante las palabras de Ethan me di cuenta que no le importaba Byron, pero a mí sí.

*

Hundí el tenedor en la ensalada.

— ¿No tienes hambre? —preguntó mi padre.

Alcé la cabeza, fijándome en sus enormes ojos que reflejaban la preocupación. Forzosamente sonreí, y cambié de tema.

— ¿Qué tal tu cita? Han pasado varios días y no has sacado el tema.

Era bueno responder una pregunta con otra, para olvidar alguna incómoda charla de conversación. Mi padre soltó el cubierto, y con los brazos tendidos sobre la mesa, sujetó mis manos.

—No nos hemos vuelto a ver.

— ¿Por qué? —era la primera vez que no había hecho nada malo (y me refería en interponerme en esa relación) y le salió mal. — ¿Esa mujer ha huido por qué tienes una hija?

Con una carcajada dijo:

—No. Solo es que no estaba preparado para dar otro paso.

—Papá, no te entiendo. Eras tú quien quería olvidar el tema de mamá...

¡Mi vecino es stripper!Where stories live. Discover now