Capítulo 39.

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Había dormido horas desde que Ethan salió de mi habitación. Seguía acurrucada en el suelo, con unas de las mantas que me regaló mi abuela cuando era algo más pequeña. Sentir ese calor sobre mi mejilla, evitaba que las lágrimas que salían de mis ojos, humedecieran mi piel. Y, es que cuando papá llegó a casa, me limité a no hacer ruido para que no me viera llorar.

En unos días cogería un avión destino África. Eso significaba que no terminaría el curso con mis amigos, y que estaría lejos de mi padre. Pero lo peor, aunque lo único que sanaría mi corazón, es que dejaría de verlo a él.

Él era mi primer amor. O, al menos eso pensé yo.

Ethan parecía no quererme, cuando días atrás fue capaz de enamorarme con dulces palabras que sonaron realmente bien en mis oídos. Sus caricias eran mi debilidad, y sus carnosos labios, llegaban a enloquecerme. Nunca olvidaría la forma en la que tocaba mi piel desnuda. O como me abrazaba cuando mi cuerpo temblaba inocentemente.

Mis uñas se clavaron en el suelo, apreté con fuerza, sabiendo que ese dolor no era nada comparado con el de mi corazón. Así que me limité a gritar. A quedarme sin voz, esperando a que él se asomara por la ventana, y se arrepintiera de lo que acababa de hacer.

Pero el único que se dio cuenta que estaba llorando, ahogándome con mis propias lágrimas, era mi padre, que no tardó en abrir la puerta.

—Pequeña...—susurró.

Alcé mis brazos como cuando era pequeña.

— ¡Papá! ¡Papá! —Mi padre, por muy furioso que estuviera conmigo, era el único hombre que no rompería mi corazón. Depositó un par de besos en la coronilla de mi cabeza, y arropó con fuerza el débil cuerpo de su hija.

Limpié esas lágrimas que seguían saliendo con la manga del pijama.

— ¿Qué pasa, cielo? ¿Es por el viaje? —Él deseaba de corazón que se tratara de viaje. Pero sabía que era algo más. —El chico —susurró. Hasta le oí gruñir de rabia. —El chico ese te ha hecho algo.

Él pensaba que se trataba de Byron, cuando en realidad era Ethan el único culpable.

Y mi padre lo veía como un hijo. Si se enteraba lo que me había hecho, lo odiaría mucho más.

«Byron» —Pensé en él, cuando ya lo había perdido. «Es demasiado tarde

Dejé escapar a un gran chico.

Tan solo me dejé llevar por el deseo, olvidando realmente lo que era mejor para mí.

Él me hacía sonreír; podía meter la mano en el fuego y decir sin dudar que era mi media naranja. Mi torpeza a su lado no era nada. Podía ser yo, sin fingir ser otra persona.

Por suerte Byron merecía a alguien mejor.

Los chicos como él...eran jodidamente perfectos.

—No vas a ir a África —alzó mi rostro. De alguna forma quería tranquilizarme. —No voy a dejar que te vayas a un país tan lejos. Freya, siento todo lo que te dije. Pero quiero que entiendas, que eres mi única hija, y que temo en perderte.

Mis planes cambiaron.

Dicen que el primer amor, ese que más duele, podía ser olvidado con otro.

Y qué mejor que irme un tiempo lejos de ese edificio, donde mi propio vecino aceleraba mi corazón.

—Quiero ir —susurré.

— ¿¡Qué!? —No podía creerlo.

—Papá —supliqué con la mirada. —Por mi corazón. Por mamá. Por ti...necesito irme un tiempo. Eso no quiere decir que no soy feliz aquí —miré a mi alrededor. Él trabajó duró para que viviera bien, incluso cuando mamá no estaba. —Solo necesito...

No acabé.

—Yo solo quiero lo mejor para mi pequeña —besó mi frente, haciendo que soltara un par de lágrimas más. Quería dejar de llorar, pero era inevitable. —Mañana puedes coger un vuelo a primera hora, si es lo que quieres.

Precipitadamente lo necesitaba.

Asentí con la cabeza.

—Descansa —me dejó sobre la cama—, tienes que dormir algo. Te esperan más de diez horas de vuelo.

— ¡Papá! —Lo paré a tiempo. —Te quiero. Y cuando vuelva, te prometo que seré mejor persona.

—Cariño, tú ya eres una gran persona —sonrió. —Te quiero. Buenas noches.

Cerró la puerta, dejando la pequeña habitación sin iluminación. Me moví por la cama, y tiré de las cortinas para que algo de luz de las farolas de la calle, se filtraran.

Y vi, lo que se suponía que tenía que evitar.

Ethan estaba cruzado de brazos enfrente la ventana, esperando algo...o mejor dicho, a alguien.

Sonrió al verme, y apoyó la mano, queriendo estar más cerca de mí.

Cogí uno de los rotuladores que había sobre la mesita de noche, y escribí algo.

¡Adiós!

Volví a ocultarme de la luz, cerrando las cortinas para no verlo más. Pero un ruido llegó a sobresaltarme. Ethan golpeó el cristal de la ventana con su puño, haciéndolo añicos. No me hizo falta verlo, escuché sus gritos.

—Adiós, Ethan —hundí el rostro en la almohada.

Aunque volví a levantarme.

—Espero que cuando vuelva, seas capaz de darte cuenta que cometiste un error al fijarte en mí —el teléfono móvil sonó. Era él. —Te quiero. Pero es hora de que nos separemos.

De repente llegó un mensaje de texto.

Y en vez de leerlo, lo borré.

«Nos veremos pronto...o quién sabe

Mi nombre es Freya Harrison. Me enamoré de un stripper, y tengo que decir, que no pienso arrepentirme nunca. Estoy, y estaré, locamente enamorada de Ethan Evans. 

¡Mi vecino es stripper!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora