Capítulo 22.

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Ni siquiera me quedaban uñas para morderme. Sentía como todo daba vueltas por los malditos nervios que estaba sufriendo. La cama no era un buen lugar para esconderse, porque quedarme allí, implicaba ver lo que esos dos harían (y no precisamente iban a jugar al ajedrez).

Escuché los besos, como sus labios se unían.

Con los ojos cerrados me apoyé en la puerta, esperando a que él la detuviera y le respondiera con un "no", pero no lo hizo. Por el suelo solo se movieron un par de zapatos, y eran los de Ethan.

La había cogido entre sus brazos, pasando cada pierna de Effie por su cintura.

Y yo seguía allí, atrapada.

—Te he echado tanto de menos —confesó con la voz entrecortada.

Su novia se quedó callada ante las palabras de él, pero seguramente seguía besándolo.

La puerta quedó abierta por completo, obligándome a quedar delante de Ethan, ya que ni siquiera me moví cuando nuestros ojos se reencontraron.

Effie estaba de espaldas a mí, con los brazos alrededor del cuello del stripper, besándolo por debajo de la barbilla.

Él se quedó quieto, mirándome sin pestañear.

Yo seguía sin moverme, porque en el fondo esperaba que se tratara de un maldito sueño.

Los labios de Ethan se movieron, y entendí algo:

—Sal ahora.

Me estaba echando.

Y era lo más normal del mundo. Necesitaba intimidad con su novia, y yo era un estorbo en su habitación.

Me moví al mismo tiempo que él, justo cuando dio la vuelta para que su novia no me viera.

La llevó a la cama, quedándose encima de Effie.

Salí corriendo sin mirar atrás, para refugiarme en mi habitación.

*

Tirada en la cama el teléfono móvil sonó. En la enorme pantalla salió el nombre de Ginger. Alargué el brazo y descolgué la llamada.

— ¿¡Sigues viva!? —preguntó riéndose.

Ella había estado de vacaciones, sin ni siquiera dar una señal de vida... ¿y me preguntaba si yo lo estaba?

Al menos hablar con mi mejor amiga me quitaba de la cabeza el mal momento que viví en la habitación de Ethan.

—Lo estoy, Ginger —me hizo reír—, lo estoy.

—Tenemos que vernos. Han pasado tantas cosas.

—Sí, la verdad que demasiadas —confesé. —Podrías venirte cualquier día.

Un ruido me sobresaltó.

— ¿¡Has hecho algo con tu vecino!? —negué con la cabeza, pero ella no podía verme. — ¡Dios mío, Freya! Él besa tan bien. Baila...taaan bien. Es tan sexy.

Era una exagerada.

Me levanté de la cama, quedando delante de la ventana. La de Ethan justo estaba oculta por unas oscuras sabanas.

Volví a morderme el interior de la mejilla, y apreté fuerte el teléfono.

—Tengo novio.

Byron era perfecto.

¡Mi vecino es stripper!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora