Capítulo 53

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Al día siguiente, Alastor dio su consentimiento para que comenzara mi entrenamiento, aunque con la advertencia de que debíamos ser más cuidadosos y evitar posibles accidentes. Cheyanne se volvió metódica y estableció horarios estrictos que registrábamos en nuestros teléfonos. En cuanto a Eloy, entendí que no regresaría al trabajo, y todavía me sentía culpable por lo sucedido Sin embargo, no insistimos, ya que Cheyanne había sido clara en la piscina al no permitirle intervenir hasta que fue necesario, lo que pesó en su conciencia. Alastor también fue duro consigo mismo por lo ocurrido, puesto que a Eloy lo contrataron con un propósito específico.

Nos tomamos con precaución el entrenamiento, siendo conscientes de no enfurecer a Alastor. Cheyanne no me forzaba a seguir si ya no podía más, y yo le comunicaba cuando sentía que era suficiente.

Utilizamos el gimnasio para mejorar mi estado físico, y después del incidente en la piscina, Cheyanne me presentó una cuerda, argumentando siento un ejercicio más beneficioso que la natación. Tras una semana, comprendí por qué lo decía: trabajaba la mayoría de mis músculos y mi resistencia, a pesar de que mi coordinación aún no era la mejor.

Cada vez que me encontraba con Alastor en la casa, ya fuera en busca de pistas sobre César o cuando compartíamos un rato juntos, podía notar lo preocupado que estaba por mi bienestar. Durante los primeros días, cuando apenas conseguí moverme tras las intensas sesiones de entrenamiento, evitaba tocarme por miedo a lastimarme. Sabíamos que debíamos trabajar en esa parte de nuestra relación, para que él comprendiera que no suponía un riesgo para mí. Sin embargo, al final del día, estaba tan exhausta que me quedaba dormida enseguida, y él muchas veces regresaba tarde, en altas horas de la madrugada. Era asombroso cómo una rutina de ejercicio podía transformar a una persona, tanto que incluso mi madre notó un cambio en mí durante nuestras últimas videollamadas.

Finalmente, una semana y media después del incidente en la piscina, Cheyanne decidió empezar con las lecciones de defensa personal.

—El propósito de esto es aprender a evitar una agresión. No se basa solo en la fuerza, sino en velocidad y astucia. Debemos ser capaces de eludir el enfrentamiento directo y, lo más importante, de no poner en peligro nuestras vidas —explicó Cheyanne mientras mordisqueaba una manzana—. Comenzaremos con técnicas básicas, y si tenemos tiempo, avanzaremos a otras.

—¿Existen diferentes niveles en esto? —pregunté.

—Sí, hay diversas técnicas de autodefensa. Por ejemplo, el krav maga se utiliza en las Fuerzas de Defensa y Seguridad israelíes para protegerse de situaciones violentas, incluidas las agresiones sexuales. También hay técnicas de autodefensa policial basadas en artes marciales. Así como programas específicos de defensa personal para mujeres, que promueven la autonomía tanto física como mental. Pero por ahora, nos centraremos en las técnicas básicas que son fundamentales y que se enseñan a todos.

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