Capítulo 55

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Cuando salimos en el auto de regreso a casa, Cheyanne se comunicó con Alastor minutos después de que los hombres se llevaran a Emily para hablarle de lo que acababa de ocurrir. Luego, se la pasó revisando los espejos del auto de forma constante, como si hubiera la posibilidad de que nos estuvieran siguiendo. Estaba demasiado aturdida para seguir el hilo de su conversación. Mi corazón todavía latía a un ritmo desbocado, y me costaba procesar lo que había sucedido.

—Lo que hiciste fue una tontería —expresó Cheyanne después de colgar. Aunque sonaba furiosa mientras conducía, contemplé los vestigios de miedo en sus ojos a través del retrovisor—. Esa chica pudo haber conspirado contra ti. A lo mejor fue una trampa que, por fortuna, no les salió bien.

En mis ojos ardían las lágrimas, y aunque abrí la boca, no tenía palabras en mente para decir. Pero ella tampoco me permitió hablar.

—Piensa. Ya te traicionó una vez, ¿verdad?, con tu novio. ¿Por qué no lo haría de nuevo?

Guardé silencio y me lo tragué todo. A veces tenía razón, y otras no. A pesar de ello, la prueba de embarazo era genuina, y no podía negar esa realidad. —Emily no estaba actuando —afirmé con firmeza—. La vi hacerse la prueba. Yo la ayudé.

—Claro —respondió Cheyanne con una ironía sórdida.

—¿Le hablarán de esto a mamá? —cuestioné, tratando de cambiar de tema para no comenzar a perder los estribos.

—Si Alastor se lo cuenta, al menos suavizará las cosas cuando ella te regañe. Él tampoco debió haberte dejado ir sola. Es una suerte que todo lo que dicen sobre él en internet sea censurado por Oliver, de lo contrario...

—¿No dijiste que no debía vivir en una burbuja? —repliqué. Mi paciencia se agotaba, y ya no iba a permitir que me menospreciara más.

—Está claro que no de ese modo. No creí que tú...

—¿Podría ser tan tonta? —finalicé por ella—. Entiendo, cometí un error. Ahora, ¿puedes dejar de repetir lo estúpida que fui? Ya me siento como la mierda. Estoy consciente de ello, tanto que quisiera morir. ¿Estás feliz ahora? Porque, si mal no recuerdo, esto es lo que querías decir con que soy mentalmente débil. Que me dejo llevar por emociones estúpidas.

Cheyanne apretó la mandíbula y no pronunció nada durante el resto del viaje.

Cuando llegamos a casa, Alastor se apresuró a abrir la puerta del automóvil antes de que yo pudiera hacerlo. Su expresión reflejaba una preocupación acumulada, y su mirada se posó en mis ojos hinchados y enrojecidos por el llanto que aún intentaba contener sin mucho éxito.

Pude notar una mezcla de emociones que se manifestaban en su rostro, pero antes de que articulara ninguna palabra, me adelanté para disculparme. Admití que puse en riesgo mi seguridad y que no había valorado todo lo que hizo por mí hasta el momento. A pesar de su semblante, Alastor me rodeó con un abrazo, su preocupación palpable al examinarme mientras Cheyanne, furiosa, pasaba entre nosotros, sosteniendo la maleta de Emily.

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