Capítulo 80

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Lo hizo todo por amor.

Lo que constituía al Alastor del presente, en su plenitud, se encontraba relacionado con la persona que acababa de marcharse por esa puerta, apenas momentos después de destruir todos sus ideales dentro del imperio que había construido por ella. Pero el dolor que sentí en lo más profundo del pecho no tenía punto de comparación con lo que Alastor podría estar sintiendo en este momento.

El tic-tac suave me hizo voltear hacia el panel de cristal que cubría la pared. Alastor se había precipitado sobre la MacBook que descansaba en el escritorio. Su mirada era un hervidero de emociones incontroladas.

El sonido intermitente me alertó, antes incluso de ver lo que se proponía.

Cuando la llamada conectó, no esperó a que la voz del otro lado de la línea se elevara y arrojó la sentencia, porque no fue una pregunta:

—Tú lo sabías.

No acababa de comprender por qué había optado por realizar una videollamada. Sin embargo, al observar la manera en la que se inclinó sobre la pantalla, con ambas manos en el escritorio, como si estudiara cada mínimo movimiento de los píxeles con atención meticulosa, me di cuenta de que buscaba ser consciente de cualquier reacción que pudiera delatar la intención de una mentira.

Cuando llegué a su lado, tampoco lo notó.

—Ya la viste. —El lugar en el que se encontraba Oliver parecía haber sido azotado por un terremoto. Toda clase de personas uniformadas daba vueltas a su alrededor.

—Responde, y más te vale no mentir. No es una coincidencia que ambos hayan entrado con la CIA patrullando en todo el puto hotel.

Jamás lo escuché decir una mala palabra, hasta ahora.

—Es verdad.

—¿Desde hace cuánto?

—Como bien sabes, proporcionaba armamento al FBI y la CIA cuando llegaste a la mansión. —Alastor se inclinó hacia atrás, giró sobre sí mismo y enterró los dedos en su cabello. Después, se volvió en dirección a la voz que seguía explicando—: Daniela tardó varios meses en dar con alguien capaz de falsificar un documento de defunción: César Vargas. Por esos días, el FBI estaba investigando el caso, buscando culpables, sin saber que tropezarían con la punta de un iceberg. Seguíamos el rastro de ese hombre como alguien nuevo en la industria del contrabando, pues no hacía mucho que había cruzado al país a través de la frontera, y en su lugar, nos llevó hasta Daniela Saravia. Todo lo que esa mujer me mostró al solicitar refugio sobre ese informe... Definitivamente era verdad.

Al comienzo, no fue a Nikolai que estuvieron rastreando, sino al amigo de mamá.

—Viste el contenido.

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