Capitulo 1

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29 de octubre de 1981

Era una noche relativamente tranquila, no había peleas, el cielo estaba despejado, la gente festejaba en sus casas o en las calles, a fin de cuentas, casi era Halloween, así que los bares estaban llenos de gente sin pareja y/o sin familia con quienes hacer fiesta.

Como era el caso de Severus Snape, se había graduado de Hogwarts hace tiempo y durante ese tiempo, había estado deambulando de trabajo en trabajo, quería ahorrar para pagar su maestría en pociones. En unos días sería su cumpleaños así que había decidido que quería algo de diversión con un desconocido para su cumpleaños número 20 antes de dedicar su vida completamente a servir a Lord Voldemort y a prepararse para ser el mejor maestro de pociones que Londres haya tenido.

Así que ahí estaba, tomando whisky de fuego en un bar cualquiera; ya tenía a su presa, solo hacía falta que la otra parte dejará de lanzarle miraditas y lo invitara a bailar o a beber, cualquiera de las dos opciones le gustaban.

Y como si el otro mago pudiera contra la oclumancia de Severus, lo invitó con un movimiento de cabeza a ir y sentarse a su lado a lo que el ex slytherin había aceptado sin renegar. Sin dudas el alcohol le daba más confianza con su nula habilidad de coqueteo.

Se levantó de la barra y se dirigió elegantemente entre la gente hacía aquel misterioso castaño claro; no tenía idea de quién era, pero sí sabía que no lo quería dejar ir sin besarlo antes; se posó enfrente de él, con la intención de que el otro se apartara y lo dejara sentarse a su lado, sin embargo aquel chico tenía otros planes, tomó al pelinegro de la cintura y lo jalo hasta sus piernas, haciendo que el pelinegro se sonrojara por la sorpresa.

No esperaba eso pero no se iba a quejar, –Y dime, ¿cuál es tu nombre, lindo?– dijo el castaño mientras apartaba los mechones oscuros de la cara de Severus.

–Se... ¿para qué quieres saber?– preguntó el más joven como respuesta.

–Soy extrangero, así que no quisiera terminar en problemas por acostarme con alguien que no debería– dijo con suavidad.

–Entonces estás totalmente a salvo, nadie va a intentar romperte la cara por divertirnos un rato– respondió coquetamente el pelinegro, sin darse cuenta de que alguien si quería romperle la cara al castaño por el solo hecho de haberle puesto los ojos encima.

–En ese caso...– el mayor no completo su oración con palabras, sino que puso sus manos sobre los muslos del contrario y se lanzó directamente a sus labios, ambos sabían a alcohol claramente, ninguno sabía el nombre del otro pero eso no importaba, ambos querían pasarla bien esa noche y ahora que habían encontrado con quien, querían empezar.

Se separaron después de un beso fogoso por la falta de aire, –¿Qué te parece si vamos al hotel donde me estoy quedando y ya por la mañana nos presentamos bien?– dijo el mago desconocido.

Severus entre el alcohol y la calentura solo asintió, había algo dentro de él que le decía que volteara para ver quien parecía querer hacerle un hoyo en la cabeza con la mirada, pero no quería, quería que aquel hombre misterioso lo llevará y le diera el polvo de su vida.

Sabía que se iba a tener que parar de las piernas del más alto pero aprovecharía en lo que pagaban la cuenta para salir, un par de manos desconocidas lo tomaron por debajo de los brazos, sacándolo de la comodidad del regazo ajeno, iba a reclamarle a aquel idiota por interrumpir pero cuando volteó descubrió que el idiota no era nada más ni nada menos que Black, Sirius Black.

Y no se veía contento, tenía cara de que iba a destrozar a cualquiera que se le cruzara y apestaba a alcohol casi tanto como Severus, el castaño asustado solo se hizo para atrás y levantó las manos en signo de que no iba a pelear por quien se llevaría al pelinegro esa noche.

Papá, padre y ¿dadfoot?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora