Capítulo 19 - Complicaciones

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Nikolay

—¿Quién ha sido? —le digo.

—Los Di Giovanni. Al parecer dos de los hombres que trabajaban en los camiones con las entregas estaban comprados. No se han tomado bien que rechazaras a su hija y están comenzando las represalias —me dice y maldigo cuando veo entrando a Ailín con un refrigerio.

—¿A qué mujer rechazaste, Nikolay? —Tiene la voz dura.

—Cariño, esto fue antes de ti. —Me fulmina con la mirada, posa la bandeja en el escritorio y se queda esperando a que hable. Suspiro—. Se llama Fiorella Di Giovanni, tuvimos un lío que duró un año. Solo follábamos cuando venía a Italia, siempre le aclaré que era sexo y que no sentía nada por ella, lo entendió y aceptó el trato. Hacía más de tres meses que no la veía y al llegar a Italia hace poco más de un mes no la llamé porque lo nuestro no era una relación.

Tampoco me apetecía estar con ella, por eso iba al club de tu amiga, para sacarme el estrés. Días después vino sintiéndose la dueña y señora de todo. Me reclamó que hacía quince días que estaba en Italia y no fuera a buscarla ni que la llamara. Exigió que era tiempo de anunciar nuestro compromiso para fusionar las mafias. Le expliqué lo equivocada que estaba y se puso furiosa amenazando y diciendo que sería la madre de mis hijos y mi esposa, me gustara o no. La corrí de no muy buena manera y juró venganza. Parece que lo está cumpliendo.

—Espero que podáis frenarlo. En breve nos vamos y no quiero tener incidentes como los de hace unos días -dice muy tranquila, aunque sé que arde en celos por mi confesión.

—Ya hemos eliminado a los infiltrados, también les dimos un ultimátum a todo el que esté pensando en traicionarnos —asiente y se retira.

******

Han pasado dos semanas y mis heridas están prácticamente curadas, aún tengo la piel roja, pero mi doctora personal me cuida mucho. Me mima pero no me deja nada más, dice que hasta que no esté perfecto debo aguantar. La verdad, le doy la razón, ya que con ella no podría aguantarme y correría riesgo de abrir las heridas. También porque la veo muy cansada con todo esto, prefiero que descanse y recupere fuerzas para la boda.

Amor... —me dice Ailín entrando al despacho—, quería decirte que iré al médico para que me dé el tratamiento anticonceptivo que quedó pendiente cuando vine aquí. Antes de planificar tenemos que hablar muchas cosas, como cuántos hijos tendremos, dónde viviremos, cómo los criaremos, etc. ¿Estás de acuerdo? —Cuando habla así me convierto en su esclavo.

—Sí, cariño, estoy de acuerdo. Necesitamos instalarnos y adecuarnos a nuestra nueva vida antes de tener familia. Pero te advierto que no quiero esperar mucho para ello. —Sonríe y por cómo se le ilumina la mirada, sé que piensa como yo.

—Yo tampoco, cariño.—Se acerca, se sienta a horcajadas y me besa con pasión, como si la vida le fuera en ello.Me deja más que listo para el siguiente nivel al moverse encima de mi creciente erección, pero debo dejar que sea ella la que decida cuando.

—Si sigues así, no te dejaré ir y te llevaré a la habitación —le digo con la voz ronca por el deseo que me provoca.

—Pronto, cariño, debes tener el alta médica primero. —Soy capaz de amenazar al condenado para que la firme.

—Hoy viene a revisarme el doctor y le preguntaré. Si me dice que estoy bien nadie te salvará —le digo levantando mis cejas.

—Estaré deseosa —me dice y se va.

Ailín

El día que casi lo matan, al llegar me cachó, creí que le daría algo; dudaba tanto de mí que entré en pánico por unos momentos. Tuve que respirar porque tenía que pensar claro, aún no es momento de que sepa la verdad, necesito tiempo y eso a veces me juega en contra.

Los secretos de mi esposaWhere stories live. Discover now