Capítulo 45 - Epílogo

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Diez años después

Nikolay

Estoy organizando las fechas de entrega de los próximos cargamentos, cuando se abre la puerta y entra mi mujer más hermosa que nunca. Parece que el paso de los años no hacen mella en ella y eso acrecienta mis ganas de poseerla todo el tiempo. Porque sí, diez años y cinco hijos no han eliminado ni mermado mis ganas por Ailín. Tampoco mis celos y posesividad.

Hace un año tuve que matar a un aliado que en una fiesta se quiso pasar de listo. Sé que mi mujer lo podría haber reducido fácilmente, pero cuando vi que la estaba vigilando y siguiendo, algo se apoderó de mí. Todo se fue de madre en la recepción cuando ella fue al jardín para tomar aire mientras cerraba un trato. Intentó secuestrarla..., así que le pegué un tiro en la frente. Rompió una de las leyes más sagradas de la mafia: jamás desear para sí a la esposa de cualquiera de la hermandad.

Todos saben que no se puede tocar nada de Nikolay Dmitriev, pero a alguno a veces se le olvida. Por eso debo aplicar un correctivo que sirva de precedente, para que el siguiente se lo piense bien antes de siquiera mirar a mi esposa. Ella no me alega cuando hago estas cosas, con lo respondona y fierecilla que era, ahora parece un gatito mimoso. Pero ojo..., tampoco me paso, porque sigue siendo igual de letal y maléfica. Además no soportaría que me aplicara la ley del hielo en la cama, porque, amigos míos, seguíamos siendo igual de insaciables. Todos los días reforzábamos nuestro amor entregándonos en cuerpo y alma.

—Cariño, han venido tus hermanas con los niños. Recuerda que por esta semana quedamos que nada de trabajo y solo la familia. En quince días comienzan las clases, serán muchos cambios y tendremos menos tiempo para estar todos reunidos —me dice sentándose en mi regazo.

—Está bien, mi reina, déjame terminar con esto y voy fuera. —Me sonríe y se acurruca en mi pecho—. ¿Crees que podré acabar rápido contigo encima? —La verdad, ya no quiero trabajar, sino hacer otras cosas.

—Vale, vale. Eres un aburrido, yo estaba quietita sin molestar, no hice nada para alterarte. —Se levanta, besa mis labios y se va con los demás. Esta mujer no entiende que sin hacer nada ya me tiene loco.

Cuando salgo al jardín solo veo niños correteando felices, parece una guardería.

Si bien en estos años hemos pasado de todo, nunca hemos dejado de participar en las actividades de nuestros hijos y sobrinos. Tratamos de acompasar el trabajo con sus festivales, así como ayudarlos con las tareas cuando no estamos de viaje haciendo negocios o en alguna entrega. No queremos perdernos ninguna etapa de sus vidas y eso incluye estar presentes todo el tiempo que podamos. Normalmente viajamos una semana al mes, que es cuando disfrutan con sus abuelos; después, todo el tiempo nos ocupamos nosotros de su entrenamiento y educación.

Mis príncipes pronto cumplirán doce años y es cuando empezarán sus clases de tiro; desde los cinco años les enseñamos a luchar. Son bastante buenos en el combate cuerpo a cuerpo, y las niñas, también. A pesar de sus diez añitos, son excelentes, creo que lo llevan en los genes y serán igual de letales que su mami. Aunque queremos que tengan la opción de vivir su vida, si naces en la mafia mueres en ella. Su destino quedó sellado en el momento que secuestré a su madre. Aunque ella no hubiera pertenecido a la mafia, al hacerla mi esposa, automáticamente estaba dentro de ella, con todas sus consecuencias, incluyendo a nuestros retoños.

Por eso quiero que sean sumamente felices y no se pierdan ninguna etapa de sus vidas, porque tarde o temprano deberán cumplir con sus responsabilidades dentro de la familia.

De pensar que a mis princesas les toque casarse por arreglo se me estruja el corazón, pero Ailín me calma diciéndome que si eso pasara lograrían ser muy felices. Y pensándolo bien, no es descabellado, ya que si ella logró cada objetivo que se propuso, de seguro mis niñas también lo harían, y fuese cual fuese su destino, lo abrazarían como unas campeonas.

Los secretos de mi esposaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora