Capítulo 24 - Confesiones y sorpresas

5.2K 311 16
                                    

Ailín

He pasado de la tristeza y el llanto al enfado. Estoy que trino porque el desgraciado de Nikolay hace dos días que no aparece. Ayer me harté de llamarlo para explicarle, pero el muy cabrón no me cogió el teléfono. Tengo tanta rabia que necesito desahogarme de alguna forma o mandaré todo a la mierda.

Decido ir al gimnasio para quitar el estrés que tengo, juro que si veo a mi marido me le voy encima, pero no de gusto sino para darle de hostias por haberme dejado.

Luego de estirar y cansarme con el saco de boxeo, hablo con los chicos que están entrenando para unirme a ellos. Estoy tan furiosa que quiero luchar y golpeando a otro podré sacar la rabia contenida. Con mi embarazo debo cuidar los golpes bajos, pero gracias a que tengo una buena musculatura abdominal estará bien protegido y no le haré daño. De igual forma no permitiré que me golpeen ahí.

Cuando estoy combatiendo con tres del equipo de seguridad, aparece mi hombre todo autoritario para que acabe el entrenamiento. Comenzamos a discutir y terminamos dándonos de hostias, bueno, en realidad yo, porque él solo repelía los ataques. Llevaba dos horas entrenando y estaba cansada, aprovechó esa oportunidad para vencerme y cogerme como un saco de patatas.

Cuando digo que es un troglodita es muy cierto, me llevó al dormitorio y me soltó en la cama como un animal. Lo insulté en varios idiomas, pero no le importó. Le supliqué que no me humillara, pero el desgraciado me dijo que si no podía domarme siendo civilizado lo haría sometiendome en la cama... ¿Pero qué se ha creído?, ¿que soy una yegua para que me dome?

La cosa fue que cuanto más alegaba, menos caso me hacía y me dejó con mis manos atadas en la espalda, mientras que mis piernas las anudó abiertas en los dinteles de la cama.

Cuando lo vi salir del baño con unas tijeras me asusté por lo que me haría, pero cuando comenzó a cortar mi ropa empecé a excitarme. Sí, soy una golfa con este hombre, mucho insultar pero me pone un dedo encima y me mojo toda. Debo admitir que sus métodos de persuasión para que le haga caso y me abra a él surten efecto. Quiero cantar como un pajarito y decirle todo. Necesito que me suelte, me deje abrazarlo, tocarlo y pare de darme orgasmos. Me va a matar si sigue follándome de esa manera, ya no tengo voz de tanto gemir y gritar su nombre.

Me ha torturado por horas y no se ha cansado; yo estoy que no puedo moverme mientras él continúa con su asedio. Juro por Dios que le diré todo, me deja bien sumisa cada vez que me posee así. Ya no puedo pensar y prometo que luego de la luna de miel le diré la verdad sobre mí, no puedo seguir con esta angustia y tampoco quiero que me dé un paro cardíaco de placer.

Cuando por fin me suelta para acabar juntos, me doy cuenta de que hemos hecho un gran escándalo. Todos en la casa deben haber disfrutado de la peli porno, tal vez hasta han comido palomitas. No saldré en mi vida de esta habitación, muero de vergüenza y quiero asesinar a Nikolay por su imprudencia.

—Cariño, creo que ya estás lista para hablar —me dice el endemoniado.

—Mmm... No puedo moverme, pensar, ni coordinar, Nikolay. Casi acabas conmigo —le digo en un susurro casi dormida.

—¿Dónde está la tigresa que me reta? Ahora pareces un gatito indefenso —se burla.

—Es que casi acabas conmigo, necesito dormir, por favor —digo, y caigo en los brazos de Morfeo.

Al despertar a la mañana siguiente lo encuentro observándome mientras me abraza. Me acaricia tiernamente y me acuna hacia su pecho. Lo amo tanto, nadie diría que es un mafioso despiadado.

—Buenos días, gatita —dice sonriendo.

—Buenos días, troglodita —contesto, y ríe.

—Tenemos una conversación pendiente y no aceptaré ninguna excusa. No sales de la habitación hasta que no hablemos. No me hagas repetir lo de ayer. —Lo miro asustada, no aguantaría otra sesión así.

Los secretos de mi esposaOù les histoires vivent. Découvrez maintenant