Capítulo 21 - Completamente mía

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Nikolay

Ver a Ailín tan receptiva me vuelve loco y sin pensarlo ya estoy duro otra vez. En lo que deslizo su vestido, acaricio suavemente sus brazos y espalda, ella se deja hacer mientras cierra los ojos e inclina su cabeza hacia atrás. En estos momentos sé que tengo carta blanca, lo que más deseo es que disfrute, que goce de tal manera que su piel quede marcada a fuego con mis caricias y mis besos. Que cuando no esté con ella aún sienta mis manos en su piel, que nadie más que yo pueda encenderla. Que sea completamente mía en cuerpo y alma, como sé que yo seré de ella toda la vida.

Con el vestido en el suelo, miro su cuello inclinado ligeramente hacia atrás, hago un camino de besos húmedos surcando su piel. Gime sin poder evitarlo. Con una mano acaricio su pecho por encima de su brasier, con la otra voy al broche y lo desprendo sin resistencia. Suspira y mientras lo dejo caer veo cómo su respiración se acelera. Paso mi mano por el medio de esas montañas que me enloquecen y sigo el recorrido hacia el valle del placer. Introduzco una mano por sus braguitas mientras la otra se aferra a su cintura, continúo besando su cuerpo yendo cada vez más abajo.

La veo mirarme y una sonrisa socarrona sale de mí. Suspira mientras comienzo a bajar su prenda poco a poco, voy acariciando sus muslos y piernas hasta llegar a sus pies. La miro para que levante cada una de ellas y así quitar al fin esa diminuta tela que me molesta.

Pongo mis manos en sus nalgas y, mientras las aprieto, beso su monte de venus totalmente depilado. Cada vez estoy más cegado por el deseo y la lujuria, quiero hacer esto lento, pero no sé si podré contenerme.

Me pongo en pie y cojo sus labios con ímpetu; ella me sigue el beso, nuestras respiraciones están agitadas, mi erección es tan grande que comienza a salir líquido. Pego nuestras caderas para que se sienta.

—Ahhh... —Jadea en mi boca—. Voy a pagar caro lo que te hice, ¿verdad? Ahhh... Dios... —Mi sonrisa se ensancha al escucharla y sentirla temblar cuando coloco mi mano en su intimidad para provocarla.

—Mmm... Me encanta verte así, cariño. Recuéstate en la cama, por favor —le digo, y voy junto a la hielera que nos han dejado a petición mía.

Cojo uno y me acerco sigilosamente a ella, está en la cama con los ojos cerrados mordiéndose los labios. Me llevo el hielo a la boca con mi corazón martillando a mil. Esta experiencia es nueva, nunca hice nada parecido, pero el morbo que me hace sentir me estimula a seguir.

Posicionado encima de ella pero sin aplastarla, beso su cuello. Abre los ojos jadeando por la sensación que le provoca el calor de mis labios con el frío del hielo que tengo dentro. Lo saco un poco y lo aguanto con mis dientes, hago un surco de besos entre la clavícula y sus senos. Lo paso por encima del pezón derecho y sin despegar mi boca de su piel fui hacia el otro. Sus gemidos son cada vez más fuertes y eso me impulsa a continuar.

Con una mano en su cuello haciendo presión y la otra en uno de sus pechos, voy bajando hasta su ombligo. Dejo ahí el hielo mientras subo besando y acariciando su cuerpo. Llego hasta su boca y la beso con hambre. Cuando ya no podemos respirar, vuelvo a bajar hasta posar mis labios en sus montañas. Lamo alrededor de su aureola sin llegar al pezón, cambio al otro mientras mi mano acaricia y aprieta su contorno. Sigo mi recorrido hacia su ombligo y me vuelvo a meter el hielo. Subo hasta sus senos y, ahora sí, meto mi lengua encima de su botón, que está más que duro pidiendo atención. Gime como loca llevándose una mano a la cara para acallar su desespero. Me estoy volviendo loco y el dolor en mi parte baja está comenzando a ser insoportable.

Me despego de sus pezones y bajo de súbito al valle de mi perdición. Introduzco mi boca fría por sus pliegues presionando con el hielo, se le escapa un grito ahogado. Juego lamiendo y mordisqueando hasta que siento que su vientre vibra, sé que está a punto de correrse y es ahí cuando salgo de sus partes. Se incorpora en la cama y me mira con odio; comienzo a reír mientras mastico el hielo.

Los secretos de mi esposaWhere stories live. Discover now