Capítulo 26 - Luna de miel

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Nikolay

Cuando la vi entrar al jardín con ese vestido en color champagne de tirantes y escote cruzado, casi muero. Le quedaba estupendo, ceñido a su cuerpo en forma de sirena pero que se abría encima de las rodillas haciendo un vuelo hacia la larga cola... Se la veía radiante y yo estaba a punto de llorar. Su sonrisa y mirada me decían que me amaba, que caminaba hacia mí porque lo deseaba. Mi corazón latía tan deprisa que por momentos el mundo dejó de existir y fuimos solo nosotros dos.

Si creía que no podía emocionarme más, estaba equivocado. Cuando llegaron los votos lloró con mis palabras, pero jamás imaginé que abriera de esa manera su corazón, delante de doscientas personas, mirándome a la cara y expresando tanto amor. Tenía un nudo en la garganta, quien me conocía se pellizcaba para corroborar si lo que veían era verdad. El gran Nikolay Dmitriev, emocionado, enamorado y completamente embobado por una mujer.

Porque en la mafia la mayoría de los matrimonios eran arreglados, no por amor. En ocasiones contadas la pareja lograba amarse, en otras se odiaban toda la vida, sufriendo mucho, y en los casos más extremos uno de los dos moría por faltar a la ley suprema que regía a los esposos de la mafia: lealtad y fidelidad.

Luego de dar el sí quiero todo fluyó muy rápido.

Cuando llegamos a Grecia nuestra primera parada fue en Hidra, alquilé un yate privado para poder recorrer las islas sin estrés, ya que a veces con los turistas no se hace tan romántico.

Disfrutaremos de la vida al más puro estilo mediterráneo: con calas solitarias, aguas cálidas y profundamente azules, leyendas mitológicas, antiquísimas ruinas blanqueadas por el sol y el tiempo... y ahora también muchas actividades para disfrutar al aire libre, como senderismo, buceo o escalada en roca. No sé qué querrá hacer mi reina, ya que estaremos una semana, pero si le gusta podemos quedarnos unos días más. No iremos a las típicas islas que salen en las noticias o se hacen en los cruceros. Quiero que este viaje sea único y exclusivo, por eso elegí otras que también son magníficas y, por lo que representan, seguro que a mi niña la enamorarán.

Hidra no resulta tan turística como su vecina Egina, pero es la joya de la zona. Con casas de piedra encaladas de blanco, un puerto histórico donde amarran veleros, caiques y yates, donde no hay coches ni ruidos. Es la única isla griega sin tráfico motorizadoni automóviles ni motos, solo callecitas empedradas, burros, rocas y mar. Además de construcciones de piedra exquisitamente conservadas, también hay caminos rurales en zigzag, aguas límpidas y profundas, y se puede tomar un buen capuchino en el muelle mientras se disfruta del ajetreo cotidiano.

—¡Nikolay, esto es hermoso! ¡Es un sueño hecho realidad! Quiero que hagamos los caminos rurales y así conocer a la gente de este maravilloso lugar —me dice emocionada como niña pequeña.

—Por supuesto, amor. Me alegro de que te sientas feliz y que te agrade el tour que preparé. Hay más de dos mil islas y quería elegir las que menos visitan los turistas para que fuera especial —le dije mirándola embobado.

—Pues has elegido exquisitamente, amor, ¡estoy alucinando y es la primera! —me dice dando saltitos.

—Te comento que haremos otras islas del golfo Sarónico cercanas a Hidra. Ellas son: Egina, la más grande y la más cercana a Atenas, que posee un templo dórico y un pueblo bizantino en ruinas; Angistri, con su ambiente completamente en calma fuera del verano; Poros, con un interior cubierto de bosques; o Spetses, la más meridional, con aroma a pino, una bonita arquitectura, caletas de color aguamarina y una rica historia naval.

Espero que también te gusten —le digo, y me abraza con fuerza.

—Esta luna de miel será increíble, mi vida, y aunque nunca lo he comentado... mi fantasía más grande era poder pasar unas noches en un yate, navegando y haciendo el amor en el mismo —me dice sonrojándose.

Los secretos de mi esposaWhere stories live. Discover now