Capitulo 2.

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Capitulo 2.

Luego de veinte minutos pude ver la cabaña de verano de mi madre. Me encantaba esa cabaña, y me alegraba la idea de volver a ella luego de un tiempo.
Miré a Camila, aún estaba llorando en silencio, y sentía algo de angustia por tenerla de esta manera.
No quería hacerle daño ni nada, pero la intención en un principio era esa.. matarla. Pero me pareció tan.. inocente, que no me atreví hacerlo, veía lo aterrada que estaba.

Estacioné el auto fuera de casa y me bajé del auto. Miré a Taylor, quien dormía plácidamente abrazando con fuerza uno de sus osos de felpa.
Camila comenzó a golpear la puerta para lograr salir, pero se le hacía imposible. Abrí la puerta del copiloto rápidamente y saqué a Camila, tomándola de uno de sus brazos, no lo suficientemente fuerte como para lastimarla, pero no tan débil para que se me escapase.

Camila: ¡Suéltame!. -sacó la cinta de sus ojos y me golpeó fuertemente en el rostro con su puño.- ¡Déjame ir a casa!.

Reí, sorprendida por la fuerza con la que había dado el golpe.
¿En qué momento soltó sus manos?, Diablos.. claramente no sirvo para algo como esto.
Sujeté su brazo un poco más fuerte y la obligué a caminar. Abrí la puerta principal, y la llevé a la que hace unos años atrás, fue mi habitación.

-Entrégame tu teléfono.

Le dije fríamente cuando la solté. Ella me miró incrédula y se cruzó de brazos, negándose.
Pero ella no tenía ni idea del cómo yo era en los momentos en el que no me obedecían.

-Dame tu maldito teléfono o yo misma busco en qué bolsillo lo tienes, y te juro que yo no soy de las que controla sus manos.

Sacó su teléfono de su bolsillo trasero y me lo entregó.. no me hubiera importado buscar su teléfono en esa zona.
Podía notar por su rostro que estaba furiosa, pero más que eso.. estaba asustada y me sentí más aliviada de poder tener el control.
Me dirigí hasta el baño de la habitación y lo tiré por el escusado, el teléfono dejando de funcionar inmediatamente.

Camila: ¡¿Que rayos haces?!.

Me volteé hacia ella y se encogió de inmediato. Me temía, y mucho.
Sin decir nada salí de la habitación y cerré la puerta con llave, Camila la pateaba con fuerza y me gritaba. Nada bonito, para decir verdad, pero completamente entendible.
Salí de casa y saqué a Taylor del auto, tomándola entre mis brazos, junto con todos sus juguetes.

-Ahora todo va estar bien, Tay. -besé su cabeza.- Te lo prometo.

Entré a casa y me dirigí a la habitación de mi madre. El sol se estaba ocultando y el cielo estaba de un hermoso color naranjo. Por la ventana se veía el bosque, la habitación ahora en donde está Camila se ve todo el lago.
Dejé a Taylor con suavidad sobre la cama, y coloqué un montón de almohadas a su alrededor para que no cayera. Luego quité mi chaqueta, dejando ver mi camisa negra y fui hasta la cocina, debía de preparar la cena.
Hace unos días atrás había venido a arreglar la casa, en especial las habitaciones y tener comida para.. un tiempo.

Pensaba venir a vivir aquí luego de matar a Camila. Y ahora creo que estaré con ella.

Me dirigí hasta el baño, porque mi mejilla me ardía demasiado, mirándome al espejo noté cuan roja estaba la zona. Seguramente fue el golpe de Camila.
Volví hasta la cocina y terminé de preparar la cena. En una bandeja coloqué el plato con comida, los cubiertos y a un lado un vaso con gaseosa.
Caminé hasta la habitación de Camila y abrí la puerta. Ella estaba llorando mientras abrazaba sus piernas, sentada contra el costado de la cama. Me acerqué a ella y dejé la bandeja a su lado.
Estaba por salir de la habitación, hasta que ella habló, logrando que me detuviese.

Camila: ¿Qué te hice?.

-Tu no me has hecho nada.

Camila: ¿Entonces por qué me tienes aquí?. -habló con su voz quebrada.- Déjame ir. ¿Qué quieres de mi?.

Me volteé y la enfrenté. Ahora estaba menos asustada.
Quizás porque yo no me mostraba tan amenazante como antes.

-Yo lo único que quiero es venganza.

Camila: ¿Pero yo qué te hice?.

Comenzó a llorar otra vez. Y yo solo quería ir hacia ella y abrazarla para que llorara todo lo que quisiera y se desahogara.

-Tu no has hecho nada. -repetí.- Fue tu padre.

Camila: Mi padre no ha hecho nada.

-¿No?. -alcé mi voz, asustándola.- Tu padre me arruinó la vida y me arrebató a mi familia. ¿No ha hecho nada?. -apreté mi quijada.- Tu padre merece irse al mismísimo infierno.

Camila: ¿Y yo qué hago aquí?.

-Quiero venganza. -dije fríamente.- Y qué mejor venganza que quitándole lo que más quiere, como lo hizo conmigo.

Ya no quería venganza de hecho, pero quería que me viera como la que tenía el control en este lugar y no intentara perder el tiempo escapando, porque no lo lograría de ninguna forma.

Camila: Él no te ha quitado nada.

Furiosa saqué la imagen de mi madre y me acerqué peligrosamente a ella, mostrándole la imagen, dejando esta a solo centímetros de su rostro.

-¿La conoces?.

Camila: N.. no.

-Ella era mi madre. -hablé con dolor.- Él me la arrebató, junto con mi hermano, y no le importó.

Camila: ¡Eso no es cierto!.

Guardé la imagen otra vez y salí de la habitación, cerrándola con llave.
Fui hasta la puerta principal, también cerrándola. Cerré ventanas y cualquier salida posible de la casa.

*POV Camila.*

Bebo el último sorbo de la gaseosa y agradezco por la comida que no se encontraba envenenada.. o tal vez aún no hacía efecto en mi.
Dejo la bandeja, ahora solo con algunas sobras de la cena en el suelo y me levanto.
Tiemblo mientras saco mis zapatos, para poder acostarme en la cama. A pesar de que la habitación era bastante cálida aún así estaba temblando, quizás por el terror o el pánico de estar con una chica que posiblemente sea una maldita asesina o una desquiciada. Me cubrí hasta la cabeza y cerré mis ojos. Comencé a llorar otra vez, pero traté de detenerme cuando escuché la puerta abrirse.

La chica de ojos verdes, con el piercing en la parte izquierda de su labio inferior y tatuajes que se asomaban por su cuello.. esa chica, estaba por matarme. O al menos eso era lo que creía.

No quería descubrir mi cabeza, pero el impulso me venció, obligándome a mirarla. Ella recogía la bandeja y la dejó sobre la mesa de noche. Luego se acercó al armario y sacó dos mantas, con una de ellas me cubrió aún más y la otra la dejó a un lado.

-¿Por qué no me matas y ya está?.

Ella recogió la bandeja nuevamente y cuando iba a salir habló sin mirarme.

Chica: Mi intención era esa. -murmuró.- pero ya no soy capaz de quitarte la vida.

Y salió, dejándome congelada.
Aún no entiendo absolutamente nada, ¿Mi padre mató a su familia?, ¿Eso es posible?, mi padre no es así, y dudo drásticamente que en algún momento lo sea o lo haya sido.
Estoy segura de que ella miente.
¿Pero que hago aquí y por qué rayos no me mata?, no tardaría más de tres segundos en hacerlo si quiere vengarse de mi padre.

Me recuesto en la cama, ahora ya sin el temblor en mi cuerpo. Quizás era por la presión de creer que la chica me iba a matar.
La luz de la luna ilumina la habitación, así que me ayuda a inspeccionar mejor la habitación.
Las paredes estaban de un blanco apagado, lo que hace que la habitación se vea increíblemente amplia.
En la mesa de noche hay unos portarretratos, en dos de sus fotos la chica ojiverde está con la que me dijo que era su madre. Estaban abrazadas y con unas grandes sonrisas en su rostros, se veían bastante felices. En la otra foto salían dos hombres más, bueno, un hombre y un chico. Una foto familiar.

Por lo que he visto en la casa en dónde me encuentro, estoy casi segura de que vivieron aquí, o venían muy seguido porque está muy amoblada.
Me acomodo, colocando mi cabeza en la almohada, y las lagrimas caen nuevamente pero con mayor intensidad.
No quiero estar aquí. Quiero ir a casa.

Six Stars. «Camren»Where stories live. Discover now