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Paso uno: hacer eso

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Paso uno: hacer eso.

Paso dos: hacer lo otro.

Paso tres: fallecer.

Paso cuatro? Revivir....

El entrenamiento con los Haitani no imagino que fuera tan pesado, pero ellos parecían hacerlos sin problemas, luego estaban los extremos estiramientos con su novio, Rindou.

¿De verdad existían personas que podían abrirse de piernas de esa manera o estirarse tan siquiera de esa manera?

La chica mira sorprendida por no decir asustada siendo ayudada por Ran y Naoko; varias veces escucho sus huesos tronar pero nada que llegará a lastimarla. Sentía que se rompía su alma tratando de llegar más haya de sus pies con las manos, estirando como lo hacía el de lentes.

—¡Ya no puedo!

Eso era lo último por hoy, un sencillo estiramiento pero a la vez torturoso para la jóven que desde hace rato sentía que se moría.

—Rumi, terminaste—finalizó el estiramiento él rubio de mechas azules, levantándose para ponerse delante de la chica que se acostó en el piso respirando agitada.

—Su rutina es genial, pero no creo que sea buena para un principiante—comentó la peli gris acomodando su top negro, tomando una botella de agua para beber.

—¿Crees? Rin se la paso leyendo para darle un leve entrenamiento, normalmente hacemos más—le siguió la plática Ran amarrando todo su cabello lo más alto para que no se pegara con el sudor, pasando una toalla y levantando su playera por el calor.

No mentía, el Haitani menor en vez de estudiar se fue informando y le preparó una dieta a su novia para que no bajara de peso tan de golpe, quería que se mantuviera sana, se guió un poco por su estatura y peso, él vió cada detalle.

—Me duelen los brazos...—muemuro la peli cobriza mirando al chico que estaba junto a ella—Y tengo hambre.

Una pequeña sonrisa se formó en los labios del jóven, estirando su brazo hacía la contraria para ayudarla a levantarse.

—Te dolerá mucho más cuando tú sangre no este caliente—informó, terminando por cargar a la chica y traerla como un koala—Estoy sorprendido de tus patadas, ¿quién te las enseño?—quizo saber, le había impresionado en su momento las fuertes patadas que daba con técnica, no eran perfectas pero si increíbles.

La Ishikawa ya estaba dormida en los brazos de Rindou, dejándolo con la duda.

—Puede que Rumi-chan se vea como una chica débil y sin un mínimo de fuerza, pero ella hace largos recorridos en bicicleta entregando pedidos y cargando cajas para el local de sus padres, eso la mantiene en forma se puede decir—habló la fémina halagado orgullosa a su mejor amiga—Sería mejor que dejen a Rumi en manos de mí hermano y su mejor amigo, ellos le podrían dar un mejor entrenamiento guiado.

𝙋𝙚𝙙𝙖𝙯𝙤𝙨 𝙙𝙚 𝙢𝙞 𝙘𝙞𝙚𝙡𝙤 || 𝘙𝘪𝘯𝘥𝘰𝘶 𝘏𝘢𝘪𝘵𝘢𝘯𝘪 ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora