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Estaba ahí, mirándose en el espejo del baño recién bañado, desnudo y con su cabello rubio escurriendo

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Estaba ahí, mirándose en el espejo del baño recién bañado, desnudo y con su cabello rubio escurriendo. Ni siquiera tenía las ganas de salir de casa, se quería quedar a dormir despreocupado sobre los cálidos brazos de Rumi en el recreo o saliendo de clases, pero los pendientes de su vida pandillera se lo impedía específicamente hoy.

—Rindou, apúrate, sigo yo—le reclamo su hermano mayor detrás de la puerta, tocando la madera con suavidad esperando que saliera.

Limpio su rostro con una toalla limpia y con otra se la enredó en la cintura, saliendo del baño principal descalzo, mirando a Ran con el cabello suelto y vistiendo solamente sus pantalones de dormir.

Ran lo observaba sereno, como si estuviera analizando a Rindou, y lo hacía.

—Después del trabajo podemos ir a comer juntos, oí que abrieron un nuevo local de comida italiana—le ofreció palmeando su hombro para darle ánimos a su pequeño hermanito.

Apesar de la propuesta él rubio negó con la cabeza—Estoy bien, solo un poco cansado—habló calmado, yendo a su habitación escuchando un grito del mayor quejándose del agua esparcida en el suelo.

En su cuarto dejó la caer la toalla antes de cerrar las cortinas y encender la luz, viendo un conjunto de ropa ya planchado de su marca favorita, era todo negro con líneas blancas cerca del cuello y una cadena de plata. No tardo mucho en vestir su cómodo atuendo, checando la hora de su teléfono y notando el bonito mensaje de buenos días Rumi.

¿Miércoles? ¿Jueves? Tiene presente que era su turno de cuidar a nezu pero era probable que no podría ir a verla hasta muy tarde o al día siguiente, recordando de igual forma que había un loco siguiendo a las chicas; las cosas se le juntaban, le provocaba migraña y estrés, esperando terminar pronto el instituto... No tenía pensado dejar atrás todo lo que a creado y hecho con su hermano desde hace años, eso era lo que era y seguiría siendo.

"Ser pandillero no te hace una mala persona"

Esas benditas palabras se repetían en su mente cada cierto tiempo, escritas por las manos de su novia cuando se le declaró en su carta; el problema era:

Que no era una buena persona.

Al menos no del todo, no hacía caridad, él destroza gente y se divertía, por las noches salía de fiesta con su hermano aún sabiendo que no era permitido ir a los clubs nnocturnos ilegales, no era un santo como creía Rumi, tampoco la culpaba, no lo conoce tanto, al menos no su lado pandillero.

Incluso término en la cárcel dos veces y ahora estaba metido en ese embrollo.

Estaba parado junto a Ran, Shion y mochi, delante de la puerta de las instalaciones de la correccional, viendo llegar esa impotente figura de dos metros, un gran monstruo que los destrozó a todos.

Dejó que su hermano hablará por él, dándole la bienvenida para iniciar el nuevo grupo conformado por ellos cinco como principio.

Sacó su celular desinteresado en la conversación, cuando empezaron a caminar Shion lo jalo de su ropa para que avanzara y no chocara. Platicaba con Naoko, le pedía que cuidara de su novia pero se dio cuenta que ella tampoco había ido y estaba con su pandilla brahman, le envió una fotografía donde salía ella con su uniforme y varios tipos atrás.

𝙋𝙚𝙙𝙖𝙯𝙤𝙨 𝙙𝙚 𝙢𝙞 𝙘𝙞𝙚𝙡𝙤 || 𝘙𝘪𝘯𝘥𝘰𝘶 𝘏𝘢𝘪𝘵𝘢𝘯𝘪 ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora