Capitulo catorce

39.3K 3.2K 108
                                    

Rodé perezosamente sobre la cama, el reloj sobre la mesa da las diez AM.

No logré dormir, no pude parar de imaginar algo que realmente no quería visualizar y cuando por fin pude ignorarlo y dormir, el sol empezaba a salir.

Mi estómago gruñe y es eso lo que me obliga a tomar un baño e ir a la cocina.

Cada paso sobre los escalones pesa. De mi mente no sale la insistente pregunta sobre el conocimiento que Monserrat y cualquier otro en esta manada tenga sobre lo que sucedió en ese templo.

¿Cómo levantas la mirada ante tal imagen?

Al acercarme a la cocina escuché la voz de Monserrat mezclarse con la de alguien más. Bufé imaginando una larga cabellera roja, conciente que hoy menos que nunca quiero escuchar uno de sus comentarios. Para mí grata sorpresa su acompañante es un delgado chico rubio. 

— Buenos días, luna. — fue el primero en hablar, con un ligero asentimiento de cabeza.

— Hola. — sonreí.

Pese a su sonrisa presente, sus bonitos ojos están opacos como el cielo sobre nosotros.

—¿Sucede algo?.

— Nada, luna. — negó. Sus palabras seguras no coincidían con esa neblina en sus pupilas.

— ¿Deseas desayunar? — Monserrat preguntó.

Asentí.

— No pareces estar bien. ¿Ben?.

Volvió a negar, aferrado a su mentira.

— Está preocupado por su hermano. — aclaró la bruja dejando un plato frente a mi.

—¿Tu hermano? ¿Le sucedió algo?.

Él negó una vez más y eso me molestó. ¿Por qué lo oculta?

— Estaba de turno en el frente cuando sucedió el ataque, resulto herido. — Monserrat pasó una mano por la espalda del chico.

—¿Es grave?.

— Por eso está así, no sabe en qué estado se encuentra.

— ¿No has ido a verlo?— le cuestioné sorprendida.

— No luna, no puedo abandonar mi puesto aquí. — dijo en voz baja.

— ¿Por qué no? Tu hermano es más importante.— formulé confundida y molesta

— Son mis órdenes. No puedo irme, luego del ataque la prioridad es cuidar de usted.

— Estoy bien, nada me pasará porqué te vayas.

— Chase dió la orden. — explicó Monserrat.

Al diablo con sus órdenes, no puede prohibirle tal cosa. Será el alfa pero esto se conoce como privación de libertad. Puede hacer eso conmigo unicamente porque he decidido no prender fuego a este lugar y marcharme, pero no con él.

— Pero no puede. ¿Y si él está realmente mal?.

— Luna, agradezco su preocupación, pero mi deber es cuidar de usted.

Mordí mi labio con tanta fuerza que temí romperlo.

¿Cómo puede ser déspota?.

— He estado muy aburrida últimamente — le sonreí — creo que me vendría bien aire fresco, ¿Qué te parece si me llevas a dar una vuelta por el pueblo? sirve que vas a tu casa y vez a tu hermano— propuse.

Sus ojos esmeralda se iluminaron,  sonrió con alegría pero poco le duró, casi al instante borró su sonrisa y negó.

— Se lo agradezco luna, pero no puedo hacer eso. Su seguridad...

Nuestra Luna De Sangre Où les histoires vivent. Découvrez maintenant