Capitulo diecinueve.

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La mañana es fría tormentosa, el viento mueve las ramas de los árboles al rededor de la caretera, sus hojas caen sobre el camino y crujen bajo el peso de la camioneta. 

Mis labios resecos duelen, la herida arde cada vez que mis labios se estiran, así que prefiero mantenerme en silencio.

Llevábamos al rededor de una hora de camino cuando por fin pude distinguir la entrada al pueblo, sentí ganas de llorar, había olvidado como se veía un pueblo normal lleno de gente normal, había olvidó como se sentía un día normal siendo una adolescente sin preocupaciones.

Conforme nos adentramos en el pueblo fuimos acaparando la atención de todos, no me sorprendió, las camionetas son completamente negras y los vidrios polarizados hasta más no poder, sin contar que son más de seis camionetas las que nos siguen.

Un par de minutos más tarde nos detuvimos frente a mi casa.

Suspiré.
Jesus, como extrañaba este lugar.

— Me voy, supongo que nos veremos en unos días. — dije la abrir la puerta, sin embargo él me detuvo al intentar salir.

— Ten cuidado, Marlene. No olvides lo que dije.

— No iré a ningún lugar. — rodé los ojos.

— No lo hagas, mucho menos sola.

— Relájate.

Descuidadamente pasó una mano por el largo de mi cabello. Me estremecí en silencio.

— Volveré en dos días. No me extrañes demás. — bromeó.

— No prometo nada.  — me despedí con un movimiento de mano luego de salí.

Me detuve frente a la puerta, toqué dos veces, entusiasmada y nerviosa.
Cuando la puerta se abrió, me lancé sobre él sin darle tiempo a reaccionar.

— Hola papá— Jadeé apretando mis brazos al rededor de su cuello. Él no tardó en responder a mi gesto.

— Mi niña ¿Qué haces aquí? — preguntó estrujando mi cintura. 

Sin soltarme nos llevó dentro. Cuando cerró la puerta pude echar un vistazo afuera, solo entonces  la camioneta se movió, no quise quedarme a ver lo que hacían los demás. Aún no sé cómo planean explicar quienes son o que hacen aquí. Sé que será raro para todos, solo espero no causen problemas.

— ¿Marlene, estás aquí para quedarte?— preguntó mi padre.

Lo solté. Dudé sobre responder al encontrar ilusión en sus palabras. A pesar de aceptar mi estadía en ese lugar, sé que no está bien con eso en realidad.

Posiblemente solo sea miedo.

— Solo por un par de días. — dije. Me hizo sentir terrible ver sus ojos perder cierto brillo.

Nuestra Luna De Sangre Where stories live. Discover now