Confesión

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Me transformé pero era completamente diferente. Quise cantar con todas mis fuerzas y sentí un fuerte golpe en la garganta, como si alguien me hubiese dado una patada pero instantáneamente desapareció. Ellas terminaron su canción y yo empecé la mía. Era completamente diferente a lo que una sirena había cantado. En esa canción expresé mis sentimientos y no de amor como las otras. Esa era mi verdadera canción.

Ellos querían salvarme y yo también a ellos, todos queríamos volver a la vida que teníamos antes de que empezara todo. Pero tenía la sensación de que nada sería como antes.

Al terminar mi canción, a la Reina se la veía bastante débil y cuando la miré empezó a dolerme todo el cuerpo. Caí al suelo y me hice un ovillo quejándome y retorciéndome de dolor.

-Tontos, ¿No sabéis que soy la única que puede mantener con vida a Rania? Si yo muero ella también, y todo vuestro esfuerzo ha sido para matarla. -dijo la Reina.

Al oír esas frías palabras llenas de sed de venganza, todos se sintieron culpables por haber "provocado" mi muerte. Shin se acercó rápidamente a mí y empezó a acariciarme de la misma forma que lo hacía antes.

-Perdón... Todo ha sido culpa mía. He roto mi promesa... No he podido protegerte... -se lamentaba y disculpaba Shin.

-Si lo has hecho... Duele, has tenido la esperanza de que algún día podíamos estar juntos... Cómo duele... -decía entrecortado intentando animarle.

-Pero... Ya no podremos estar juntos. -decía él.

-¿Quién dice que no? -dije sacando una sonrisa forzada. -¡Rápido! Coge mi colgante y protege a la nueva Princesa Sirena del Atlántico Norte. No ocurrirá como tu te lo imaginas.

-Yo solo quiero protegerte a ti. -se negó a hacerlo.

Yo lo miré con ternura e intenté convencerlo:

-Tu me quieres¿no? Así que prométeme que cuidarás de la perla. Por mi.

Él seguía negándose pero llegó a un momento en el que accedió obligado y cogió mi colgante encerrándolo en su mano pero aún seguía conmigo.

Todos estaban mirándonos por lo que no se dieron cuenta de que la Reina empezó a emitir una luz, de mi pecho también salió otra pero de menor intensidad, las dos luces se juntaron y todos tuvieron que taparse los ojos ya que las luces eran demasiado deslumbrantes.

Cuando todo volvió a la normalidad, estaba la Reina de Agua pero tenía aspecto de fantasma. Yo, en cambio, era inexistente para los demás pero lo veía y escuchaba todo.

-Os quiero pedir perdón. -se disculpó la Reina. -Dejadme explicároslo: Hace cuatro años, la anterior Princesa Sirena del Atlántico Norte dejó su perla a la espera de una sucesora pero de esa perla no saldría nada y sería el fin del Atlántico Norte. No iba a permitir que eso pasara y busqué entre los humanos a alguien preparada y dispuesta a ser la nueva Princesa Sirena. La elegida fue Saya, una chica de dieciséis años, amante del mar, la música, era positiva, humilde y capaz de mantener un reino. Conseguí "matarla en su mundo" para que se convirtiera en Sirena y pudiese gobernar. Ese mismo día supe que Kaito (mi novio) estaba muy enfermo y su vida corría peligro. Sabía de la existencia de un conjuro para mantenerlo con vida. Lo hice pero olvidé que a cambio, tenía que dar parte de mi alma. Al final, no pude salvarle a pesar de todos los esfuerzos que hice y acabó muriendo. Con ello, comprendí que uno no puede jugar con la vida de una persona, tanto por Saya como por Kaito. La maldición de los Pantalassa acabó con él. Me sentía triste y culpable y eso hacía que esa parte de mi alma que entregué acabara poseyéndome. Por eso cambiaba de actitud de vez en cuando. Pensé que podía controlarla pero una vez más me volví a equivocar. Una de las últimas cosas que hice fue convertir a Saya en sirena, mi "otra mitad" quiso acabar con ella ya que así tendría el control absoluto de mí y sería el fin, tanto del mar como de la tierra. Por eso os he causado tantos problemas y os pido disculpas. Ahora que me habéis salvado, puedo morir en paz y... Los siete mares necesitarán una nueva Reina del Agua.

MELODÍA DE SIRENAWhere stories live. Discover now