007(Commitments)

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Abrió los ojos y el dolor de cabeza se fue, menos mal porque debía estar lista para una pequeña reunión que tendría con las chicas para celebrar el cumpleaños de Mina, suspiró y con todas las fuerzas que tenía se sentó, pegándose al espaldar de la cama tratando de buscar fuerzas en donde no estaban para poder llegar al baño, es que ni pudo darse el baño que tanto quiso, al tocar la cama se quedó completamente dormida y Tzuyu tuvo que cambiarla.

Eso obviamente no lo sabía pero pensó que se cambió antes de dormir, esperaba que hubiera sido eso y no lo que realmente sucedió, le daría demasiada vergüenza que me vea desnuda aunque ya era normal, hace bastante que no se ven de esa forma y en parte lo agradecen darse un descanso de tanto sexo a logrado calmar su ansiedad, es que ya no sabía que inventar para todo fuera perfecto o mejor que el anterior.

Gruñó al estirarse, el dolor en sus extremidades era demasiado, tendría que ir a un masajista luego de las promociones y conciertos que todavía eran muchas, su agenda estaba tan apretada que de seguro tendría que saltarse varias comidas para poder llegar a tiempo, lo que no le gustaba es que el sufrimiento fuera compartido, porque no era solo preocuparse por ella si no por otras ocho chicas que cada que saltaban una comida cambiaban de personalidad.

Recordó la vez que sintió que alguien la mordió y era Momo, según ella debía morder un poco de carne para estar tranquila y no agobiarse con tanto trabajo, la marca que le dejó la obligó a usar suéter por mucho tiempo, lo que hacía que fuera un verdadero castigo era el calor que había, tuvo que estar la mayoría del verano cubierta porque cada que podía la mordía.

Frunció un poco el ceño, no entendía el por qué se dejaba morder, podía moverse o gritarle antes de que lo hiciera a veces dejaba su mano cerca sabiendo que la morderia, es que Momo para ella era una bebé y nadie lo iba a cambiar, la pequeño Hirai estaría en su corazón como esa bebé que siempre cuida y se mete en problemas en cambio Mina es tan tranquila, inteligente y paciente, son como dos polos opuestos con distintas cualidades e igual de hermosas, lástima que las ve como hermanas.

Era extraño que Chou no estuviera cerca de ella, estaba acostumbrada a abrir los ojos y ver una pastilla o comida cerca suyo, sobre todo el helado mañanero, ya la estaba comenzando a doler la garganta así que tuvo que levantarse y renunciar a perfectas horas de sueño que necesitaba para tener la mayor energía posible para animar a todas las personas cerca suyo, parecía fácil pero no lo era.

Bostezó y fue con los pies de arrastra hasta la cocina, Momo estaba ahí viendo que cocinar, lo dedujo por como se llevaba las manos a la cabeza y murmuraba cosas que no lograba entender muy bien, el idioma de Momo era difícil y eso que la conocía desde hace mucho tiempo.

— ¿Hay helado? —La pelinegra negó y siguió señalando algunos ingredientes, todo apuntaba a que haría carne pero no se veía muy entusiasmada al respecto, rodó los ojos mientras caminaba hacia el baño, no podía creer que una persona que tenía el privilegio de comer algo tan costoso no quiera hacerlo.

Ella sería feliz comienzo todos los días carne y cada que quiere ya se acabó, y no le gustaría gastar el dinero en eso porque prefiere ayudar a su familia o hacer otro tipo de cosas con el dinero que con tanto esfuerzo se gana, no es solo una cara linda lo que se debe tener para triunfar en el entorno en donde se mueve.

Abrió la puerta del baño y entró, debía cepillarse los dientes antes de ayudar a Momo en lo que sea que quiere hacer, lo que no le gustaba es que más arde tendría dolor en la garganta por no comer helado, eso la estaba preocupando pero de seguro que unos cuantos vasos de agua la ayudarían a calmar la sed y dolor que está comenzando a fastidiarla, es que el dolor que tiene ni es fuerte si no fastidioso.

No puede tragar muy bien y su garganta se seca cada dos por tres, si los demás supieran lo que le sucede no estarían rodó el tiempo buscando la manera de hacerla gritar, no le gusta que la molesten o que la hagan reír a tal punto de que sus gritos se escuchan en la otra calle.

Pero le es inevitable, es así desde que tiene uso de razón y la verdad es que no se arrepiente de serlo, es más está orgullosa de la persona que es y en lo que se convertirá más adelante— ¿Donde está Sana? —La voz de su novia la hizo salir del trance que tenía, se asomó por la puerta del baño, Chou se acercó y comenzó a inspeccionar su cabeza, tal vez para comprobar que no tenía nada malo, ninguna marca había quedado del golpe y agradecía a quien se le debía agradecer que no fuera así.

No tendría que dar explicaciones de lo que sucedió, abrió un poco más los ojos para hacerle señas a Momo— Estoy aquí amor —Avisó y la nombrada llegó con una enorme sonrisa— ¿Que te trae por aquí? —Rió con los ojos cerrados, era tan adorable a los ojos de una enamorada taiwanesa que cada que la veía se sentía feliz de tener a una persona como Minatozaki a su lado, sobre todo alguien como ella que no es capaz de expresar lo que siente con mucha claridad y facilidad.

— Te traje esto —Estiró la mano entregándole el helado que había estado esperando con muchas ganas cuando abrió los ojos, eso tocó su corazón era capaz de salir de casa con todos los peligros que corría tan solo para entregarle ese helado que tanto le gustaba.

Al principio se enojó pero al sentirla entre sus brazos se le pasó por completo, en cambio una sonrisa tonta salió de sus labios— Es un compromiso —Susurró y la menor asintió feliz.

𝐋𝐄𝐓'𝐒 𝐓𝐀𝐋𝐊 𝐀𝐁𝐎𝐔𝐓 𝐒𝐄𝐗Donde viven las historias. Descúbrelo ahora