Capítulo #42

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Mi tomatito se quedó dormido, pero yo no pude pegar un ojo en toda la madrugada, ya que me quedé cuidándolo y tocaba su cara a cada rato para ver si la temperatura ya le había bajado, por suerte así fue, pero aun así me mantuve al pendiente de él por si regresaba o si se despertaba quejándose de dolor o para ir a vomitar, lo cual hizo en un par de ocasiones más.

Cuando dieron las 9:40am me levanté de la cama para darle la pastilla que me había dicho mi madre.

—Amor —toqué su hombro—, despierte —toqué su cara y lo único que hizo fue acomodarse mejor en la cama—. Amor, tiene qué tomarse su pastilla.

—Tengo sueño —se cobijó hasta arriba.

—Yo sé, pero tiene qué tomar su pastilla.

Muy enojado, se quitó la colcha y se sentó en la cama. Le di la pastilla junto con el agua y él se la tomó.

—En una hora quiero verlo en el comedor porque le prepararé el desayuno, okay?

—¿No me lo puedes traer aquí? Es que tengo un súper sueño bien grandísimo, Diego.

—Usted es un príncipe, pero hasta los príncipes desayunan en el comedor, así que lo veo allá.

No me dijo nada, solo se volvió a acostar y yo salí de la habitación para hacer el desayuno.

En lo que yo cocinaba escuché mi celular sonar y lo saqué para ver de quien se trataba, era Galia. Tengo qué admitir que al ver su nombre me puse nervioso, ya que aunque sabía que tenía qué decirle lo de Alexis, pensaba que tal vez querría que regresaramos a México antes de completar la semana, y la verdad yo no quería irme de aún, pero ella es su mamá y tenía qué contárselo.

—Buen día, Galia —contesté muy normal, pero sin dejar de cocinar.

—Muy buenos días, Diego. Solo te llamaba para saber cómo va todo por allá.

—Por acá todo bien, nada de qué preocuparse.

—¿Dónde está Alexis?

—Sigue dormido.

—Ya son las 10 de la mañana, Diego, por favor no dejes que duerma tanto.

—No te preocupes, Galia, ahorita lo voy a despertar para que baje a desayunar.

—Muy bien. ¿Seguro que está todo bien?

En el fondo no quería decirle, pero sabía que tenía qué hacerlo.

—Hay algo que tienes qué saber, Galia —le dije.

—Dime, Diego.

—Alexis tuvo fiebre y le dolía el estómago.

—¡Ay, no! —dijo preocupada—. ¿Y cómo está él ahora? ¿Lo llevaste al hospital?

—No, ya era de madrugada cuando sucedió, pero le llamé a mi madre y me ayudó a bajarle la temperatura.

—Tiene qué ir a ver a un médico, Diego.

—Yo sé, por eso en cuanto terminemos de desayunar lo llevaré a uno.

—Diego, si se siente mal otra vez tienes qué llamarme y yo les reservo los boletos para que regresen.

—Galia, pero yo no quiero regresar antes de completar la semana.

—Pero si Alexis se siente mal tienen qué hacerlo, Diego.

—Alexis se pone muy nervioso en los aviones, Galia, eso, más que se sienta mal, solo hará que todo empeore.

—Entonces lo mejor en ese caso es que yo tomé el primer avión y vaya para allá.

—No, Galia, no es necesario, en serio yo puedo cuidar bien de él.

Contigo quiero enfrentar al mundo entero (Libro #2)©✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora